Pintura: José Luis Zúñiga de Corral
Vislumbraba desde el palco
en aquella tarde de toros,
la silueta del torero amado
imaginando su traje de luces
azul, alamares y dorado.
Oculto llevaba en su adentro
el amor que por él sentía,
y cada tarde que le seguía
sufría por su persona,
por su tarea de torero.
Lucía hermosa mantilla ella
aquellos días de fiesta,
engalanada de flores iba,
del pueblo la más bella.
Mas dispuesta estaba esta tarde
al final de la corrida,
en declarar este amor al torero,
en el baile de despedida.
De pronto,
las nubes cubrieron el cielo,
sonó un grito,
luego dos,
muchos le acompañaron,
ella se tapó la cara
para no mirar al toro,
que empitonaba furioso al torero
al hombre que ella amaba.
Después, se hizo el silencio,
las gradas continuaron calladas,
no se oyó nada en la plaza,
tan sólo la madre gritaba;
ella, su amada,
lloraba.
Cuenta luego la historia,
que ella se quedó muda
por no declararse nunca,
y comportose como una viuda
desde aquella tarde de toros,
donde él murió ante el bovino,
y ella,
quiso morirse en vida.
Read more...