Joseph Mallord William Turner: El valiente Temerarie
¿Sabes? Hoy quise adivinarte entre la tupida niebla. Avancé con cuidado para tocarte, sin conseguirlo, dudando por instantes si acaso vi tu silueta entre esa espesa niebla.
Más tarde supe, que tú no fuiste, pues no hubo niebla hoy en mi día.
¿Sabes? Regreso ahora de una travesía de nueve meses en alta mar. Capitaneaba una carabela, bella ella en madera con tres palos y cofa sólo en la mayor. Recorrí continentes en tu busca, sabiendo que en algún lejano puerto me esperarías.
Más tarde supe, que había confundido el mar con mi deseo.
¿Sabes? De los cien labios que tuve a mi alcance para besar, reconocí los tuyos al instante. Eran gruesos, suaves, especialmente húmedos. Me detuve más tiempo en esos labios, tus labios, para saborearlos.
Más tarde supe, que no fueron tuyas esas texturas, pues nunca tuve a mi alcance cien labios para besar.
¿Sabes? Desde que se que no existes y quiero que existas, sueño con buscarte entre la niebla, besar tus húmedos labios, encontrarte en algún lejano puerto aunque navegue cien días sin descanso. No quiero saber nunca que no existes, aunque me pierda en la niebla, aunque naufrague mi barco. Esos labios me han de besar.
Copyright © Mario M. Relaño–Todos los derechos reservados
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