Mientras caminas indiferente por mi vida

>> domingo, 16 de marzo de 2008

A través de los cristales de mi ventana
observo,
hechizado en la debilidad de mi locura,
paseas,
alrededor de las ruinas de mi ansia.
No me miras.
Te miro.
Ni siquiera sabes que existo
mientras se muere mi inestable corazón,
ofensa de este pobre evento.

Y vuelves a pasar,
y grito aún más fuerte mi silencio
para intentar alcanzar tu mirada,
que creí un día contemplar junto a la mía.

Me había emborrachado con tu rostro,
esos ojos empalagosos que jamás me miraron,
caminabas con pasmosa apatía
mientras arrullabas a la tarde que moría.

En el socavón de mi vida,
temo asir la desdicha de la ignorancia
y que las noches sean ahora más negras.
En el arsenal de mi ambición estás,
y te miro,
cada día,
mientras, te soy indiferente.

15 comentarios amigos:

Markesa Merteuil 16 de marzo de 2008, 20:09  

Cuántas veces gritamos en silencio. Cuántas no comunicamos. Cuántas escuchan nuestro grito y no percibimos que lo han hecho. Siempre paralelos...

Hugo Izarra 16 de marzo de 2008, 20:36  

¿Va todo bien?

Anna 16 de marzo de 2008, 22:06  

Yo pregunto lo mismo que Hugo.

La poesía es preciosa Mario, pero tiene tanta desesperación...

Como puede no verte, si eres un cielo repleto de sensibilidad, te conozco hace tan poco y ya te aprecio tanto...como puede no verte.

No grites tanto al silencio, grita allá donde puedan escuchar tu grito.

Un beso. O dos. O tres.O los que quieras y necesites.

Unknown 16 de marzo de 2008, 22:34  

Que triste es eso de amar a alguien para quien ni siquiera existimos.
Lo he vivido en carne propia y no es para recomendarselo a nadie.

Mas alla de lo tiste, son excelentes tus versos!

Miguel Molina 16 de marzo de 2008, 23:50  

Preciosas palabras. Ojalá que la persona a la que van dirigidas sea merecedora de ellas.

Animo, de los socavones también se sale.

Nos vemos

PARANOICO ILUSIONISTA 17 de marzo de 2008, 20:19  

Tal vez sus ojos no estén a la altura y sean un precioso complemento en un bello rostro pero carente de mirada, de una mirada que descubra los valores que la rodean.
Perdón por las ausencias, siempre paseo aunque no deje huella.
Un abrazo

Anónimo 17 de marzo de 2008, 21:25  

Duele eso.
Pero lo dices de una forma que es que hay que perdonarte.

A ver si puedo cerrar la boca ahora.

d´Agolada 18 de marzo de 2008, 2:12  

Teneis razón, que triste, pero a la vez es también bonito. Saludos

Francisco 18 de marzo de 2008, 7:07  

Espero que todo vaya bien. A veces los silencios son necesarios y solo las miradas cómplices pueden visualizar los sentimientos...ilusiones y amor.
Un abrazo.
Franc.

F e r n a n d o 18 de marzo de 2008, 16:52  

Qué lindos poemas escribís, estuve leyendo a raíz de tu visita a mi sitio.

Este, particularmente, cuántos más se sentirán identificados no?. Hermoso de verdad.

Gracias por la visita, me gusta la gente nueva que pasa a saludarme. Ya repuse el video de Mika: no lo puedo sacar por cómo se integra al nuevo fondo que le he creado especialmente para que tenga más espacio para flotar!

En fin, cada uno con sus herramientas, expresando emociones humanas y lindas para compartir.

Un abrazo Mario, gracias por pasar y cuando gustes, Mika volvió a flotar en la computadora.

Anna 18 de marzo de 2008, 20:41  

Gracias por tus comentarios dulce Mario.

Dos.

Óscar 19 de marzo de 2008, 20:15  

Es normal, te dan ganas de gritar, pero ni delante suya te escucharia, sería un grito mudo.
De nada sirve, guarda tus miradas y tus palabaras para quien esté dispuesto a escucharlas y a mirarlas.

Un abrazo

A 20 de marzo de 2008, 3:52  

Mario, la desolación me golpeó tremendamente. Cuando ese par de ojos azules encontró refugio en los brazos de otro amante. Hoy aprendí a crecer con esa aspereza en mi pecho.

Muchos saludos. Lindos escritos...

((espero leerlos todos hoy!!))

Anónimo 23 de marzo de 2008, 0:13  

Esta me encantó, quizás porque todas las veces que me he enamorado han sido platónicas, tal vez para no decepcionarme y que ese amor sea eterno.

Saludos!

SOMMER 25 de marzo de 2008, 16:12  

Carajo, cuantas veces estaremos en el otro lado de la ventana, siendo observados por alguien que nos desea, sin que nos demos cuenta...

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