Aliento

>> viernes, 30 de mayo de 2008


Sentado frente a ti,
ciego y herido,
suspiro,
por la incomprensión
y ansia de la vida.
Lágrimas
arrastraste hacia un mar,
para naufragar lejanas
en la isla de tus antojos.

Y miro,
y no veo tu sombra,
mas siento el aliento
al acercarte a mi cuello.

Quédate una vez más
y respiremos juntos.

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Canción al niño de Caminito

>> martes, 27 de mayo de 2008


Y viene el niño de Boca
con su carita sucia,
su lección bien aprendida,
camino de Caminito.
Desea algo de plata
así su papá le dijo,
mientras extiende su mano
sucia,
tal cual su cara.
¡Ay niño de Caminito!
entre casas de colores
aprendes bailando tango,
por un par de monedas
da igual si son de Europa,
Argentina o de la China,
mientras rodeas a la gente
perdido entre multitudes.
¡Ay niño de Caminito!
carita sucia,
entre colores.

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Alas de mariposa

>> sábado, 24 de mayo de 2008

¿Te fijaste acaso
en la perfección de la simetría de las alas de una mariposa?
¿Y si no lograra volar nunca
por falta de espacio en el cielo?

¿Sentiste lo mismo que yo
cuando nuestros ojos se encontraron?

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Desgarros

>> martes, 20 de mayo de 2008


Me llaman los desvelos de tus noches
de sueños que no sueñas pero crees soñar,
ángeles que mienten,
diablos que llegan, miran
y marchan sin saludar.

Y cuentas que del hombre te quedas con sus ojos,
¡ciegos quedaron contigo,
pues ni verte consiguieron!

Crees amar
cuando no esperas más que lujuria,
lamer su cuerpo
como lamiste los deseos hoy ya muertos.
Pero siempre quedarán los ignorantes,
ilusos que enamoras con engaños,
dales noches sin grandes sobresaltos,
tu cuerpo con el suyo flote
en tu particular cielo,
y tu ángel le destroce.

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Ciudad. Exterior. Noche

>> domingo, 18 de mayo de 2008


Dibujo: Carme Piera (2007)

La ciudad estaba a oscuras. Su camino lo iluminaban los cientos de estrellas y la gran luna que esa noche poblaban el concurrido cielo. Pero, aún en la más absoluta oscuridad, hubiese sabido recorrer esa ciudad que tan bien conocía y tanto recordaba.
Siguiendo el sonido delatador de sus propios pasos se percató del mutismo que le rodeaba, el silencio que reinaba en su ciudad, esa ciudad a la que había decidido regresar. Dos signos de extrañeza consiguieron hacerle parar junto a ese gran charco de agua donde sólo se reflejaba la cara triste de la luna. Dos indicios que le provocaban pensar que las cosas no marchaban del todo bien: el silencio de una ciudad tan poblada y la oscuridad absoluta que lo invadía todo.
Por algún motivo que no lograba entender, cada vez que reiniciaba sus pasos, presentía que algo o alguien caminaba a su lado. Y eso que sólo era perceptible el sonido de sus zapatos en ese mojado asfalto.
En algún momento de esa larga noche que nunca terminaba, se sintió desorientado. Parecía como si esa ciudad no fuese la suya, como si no reconociese las calles y avenidas, las plazas o esculturas que encontraba en su camino. Ni siquiera la fuente rota y sin agua donde tanto jugó de pequeño le pareció familiar cuando llegó a la que se suponía era su barriada. Y esa misteriosa presencia que le seguía, se le hacía cada vez más cercana.
Mientras caminaba por la acera de una de las avenidas principales de la ciudad, una luz le hizo un guiño desde una de las ventanas del edificio, justo enfrente de sus ojos. Paró en seco. Una luz. La única luz eléctrica que había visto desde que regresó a su fantasmagórica ciudad. Después de tres intermitencias en la ventana, esa luz se extinguió. Dudó en acercarse al edificio, o bien continuar su camino.
No tenía tiempo. Decidió seguir esa trayectoria ya fijada. No quiso en ningún momento pensar que era miedo lo que sentía a pesar de lo extraña que estaba resultando su vuelta a la ciudad.
Pero ni tiempo de pensar tuvo, cuando doblando la esquina de una de las calles de su recorrido, volvió a ver otro guiño de luz desde otra ventana. Al mismo tiempo, algo le hizo girar sobre sus talones, como si detrás de él alguien le esperara. No había nadie, o acaso él no conseguía ver presencia alguna. Y la luz, nuevamente se extinguió definitivamente de esa segunda ventana.
Gritó. Gritó con todas sus fuerzas llamando a no sabía quien para comprobar que no estaba solo en la ciudad. Gritó lanzando nombres, palabras incomprensibles, con el fin de ser escuchado por alguien, o quizás, para que quienes estaban y no conseguía ver, dieran la cara.
Por respuesta, obtuvo un tercer guiño de luz. Esta vez desde la parte más alta de un edificio en ruinas.

Nunca supo por qué no llegó a la que fue su casa, ni el porqué de no saber qué fue de los suyos. Pero cuando el sol comenzaba a salir detrás de unas colinas cercanas, él estaba de regreso al lugar donde fue acogido estos últimos años.

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Y le llaman ansiedad

>> viernes, 16 de mayo de 2008


Se me gastan las palabras
cuando lo dicho ya está dicho,
escupido de mil maneras
y tirado en la tierra como estiércol.
Sólo anhelo
que del abono de mis palabras
brote la flor esperada,
sin límite de colores
y con ansia de vida.
Mientras,
observo,
escucho
y aprendo más palabras,
engullo sabiduría
que enriquezca cada uno de los claros de mi día,
que me haga olvidar la daga
clavada en mis noches de desvelos
y me colme
de brisas ausentes de hechizos.

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Falsas deidades

>> martes, 13 de mayo de 2008


Tardé tiempo en darme cuenta,
en acostumbrarme,
de la existencia sólo del roce,
que erizaba siempre mi piel.
Las imágenes no eran más que juegos
provocados por una estúpida cabeza
y el par de niñas de mis ojos.

Amar por amar,
por tener algo que amar
sin convencimiento.

Sufrir por sufrir,
por tener a quien llorar
estando seco de lágrimas.

Sólo son falsas deidades
amadas cientos de veces en vida.
Pero siempre quedé solo,
o acaso con el dios que supo besarme
y dejó algo más que la marca de sus labios en mi boca.

A Ferni, por compartir siempre conmigo mis falsas deidades…

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Asómate a menudo

>> sábado, 10 de mayo de 2008


Embriagado de falsos abrazos
envuelto en escondidas mentiras,
palabras que dejan heridas
esperando que el beso las llegue a curar.
¿A qué huelen las flores,
esas que no tengo,
las mismas que contemplo colgando de tu balcón?
¿Es acaso
que llegó la primavera,
dormido estuve el invierno
y despierto sin nada de olor?
¿O quizás
hablamos de tus ojos
esos misteriosos que me miran
ocultos en la espesura de ese rincón?
Asómate a menudo, cariño,
mírame en la distancia,
y olvida lo que dije de mis ansias,
mi ansia de besarte
y la de dejarte.
Asómate a menudo, cariño,
Me acostumbré a sentirte.

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Hoy creaste más colores

>> viernes, 9 de mayo de 2008

Y me agradas amigo,
Inventando en mi vida una gama de colores.
Y respiras
y llega tu brisa,
y deseo despertar temprano
por si en la noche me perdí algo.
Quiero,
ver tu cuadro de azules
que pintaste hoy mientras velabas,
rozar esa palabra que deseo
y que yo invento y hago mía.
Crear una calle vacía
donde sólo tus pasos se escuchen;
esa será mi música.
Comer de un plato siempre lleno,
ajustar las manecillas del reloj
para que nunca suene,
mirar al suelo
y ser siempre perseguido por tu sombra.
Hoy, nuevamente amigo,
creaste más colores.
Sonrío.
Vivo.


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En el ojo del ciclón

>> miércoles, 7 de mayo de 2008


El polvo lo dejó ciego,
no veía ni escuchaba
a pesar de los sordos gritos de terror.
El agua hizo el resto.
Nunca más se supo
donde fueron a parar sus ilusiones…

Mi solidaridad con Myanmar

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Tropecé con la vida

>> martes, 6 de mayo de 2008


Siento vida,
cada vez que tropiezo con tus versos
escritos entre las dunas de mi playa,
en la claridad de unas calles sin farolas
alumbradas tan sólo por la luz de tus sueños.
Vivo intensamente
cada uno de los suspiros que provoca
el poseerte cuando me lloras,
descorchando la botella de la pasión
para tu consuelo.
Necesito ese aire
que cada mañana inunda los pulmones
de mi privado amanecer,
esa sangre que fluye en las arterias de mis instantes,
aquellos que ambos inventamos juntos
y que hoy perduran
como arrugas en un rostro golpeado por el tiempo.

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Ahora hay calles sin gritos de niños

>> sábado, 3 de mayo de 2008


No he olvidado, ni un sólo instante,
aquellos te quiero que me regalabas,
ni miradas,
ni versos de tu recital.
No olvidaría ni uno de los días
que amaneció en nuestras noches más oscuras,
ni los charcos que pisamos
en calles vacías
cuando el resto de mortales jugaba a dormir.
Grabé nuestros nombres
en árboles imaginarios
del jardín de ilusiones perdidas,
donde nunca caen las hojas del desamor.
No he olvidado esos susurros
que gritabas cuando mis abrazos te oprimían,
ni el olor a café
de nuestro primer desayuno.
Uno los minutos
y me salen millones de ellos
en esta vida juntos,
donde ahora hay calles sin gritos de niños
y peces en ríos de hiel.

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