Ahora hay calles sin gritos de niños

>> sábado, 3 de mayo de 2008


No he olvidado, ni un sólo instante,
aquellos te quiero que me regalabas,
ni miradas,
ni versos de tu recital.
No olvidaría ni uno de los días
que amaneció en nuestras noches más oscuras,
ni los charcos que pisamos
en calles vacías
cuando el resto de mortales jugaba a dormir.
Grabé nuestros nombres
en árboles imaginarios
del jardín de ilusiones perdidas,
donde nunca caen las hojas del desamor.
No he olvidado esos susurros
que gritabas cuando mis abrazos te oprimían,
ni el olor a café
de nuestro primer desayuno.
Uno los minutos
y me salen millones de ellos
en esta vida juntos,
donde ahora hay calles sin gritos de niños
y peces en ríos de hiel.

19 comentarios amigos:

Anónimo 3 de mayo de 2008, 22:37  

Éste es pa gritarte,..guapo!!

F e r n a n d o 3 de mayo de 2008, 22:45  

Hermoso Mario, muy sentido.
Lamentablemente, en tiempo pasado.
Con una foto monocroma para acompañar.

Deseo que se llenen de colores nuevos tus días, y que estas letras salgan para darle lugar a ellos si?

Gracias por la visita compañera siempre, que tengas buen sábado.
Y que se vengan los chicos, como dice una canción de mi país muy conocida.

Nacho Hevia 4 de mayo de 2008, 7:13  

Hola, Mario:

me alegro por tanto amor que recibiste, triste por ser, como dice F e r n a n d o, en tiempo pasado...

el amor nunca se va...¿verdad? el amor no queda grabádo en árboles que se puedan talar; el amor se acomoda ya para siempre en la hornacina del alma donde le seguirás cuidando pero ya desde el no-tiempo...

el amor nunca termina, nunca se va y quizá lloremos para que no se nos reseque tanto amor que llevamos dentro

me ha encantado, Mario, genio,
ha venido en el momento justo

Anna 4 de mayo de 2008, 13:38  

Hays qué bonito Mario.

Me gusta cómo escribes, me gusta lo qué dices...

Dos, dulce Mario.

Francisco 4 de mayo de 2008, 14:18  

Esos recuerdos de amor que nos mantienen más vivos en momentos bajos.
Un abrazo Mario
Franc.

fisiologus 4 de mayo de 2008, 14:51  

yo también he pasado por aquí, y creo que pasaré de vez en cuando. saludos.

Anónimo 4 de mayo de 2008, 16:02  

Es como tirar de un hilo saliente de una bufanda de punto, empiezan a saltarse todos los puntos, uno tras otro.
Ojalá no olvidemos jamás, pero no nos dejemos atrapar por los recuerdos.
un saludo

Óscar 4 de mayo de 2008, 19:30  

Bueno, yo te leo, a veces tampoco se que decir, pero te leo...Los silencios tambien cuentan no? a veces incluso mas que las propias palabras...
Un abrazo

Germanico 4 de mayo de 2008, 22:08  

Muy hermosa

"del jardín de ilusiones perdidas,
donde nunca caen las hojas del desamor".

Donde hay un jardin así? Dame la dirección.

Saludos

Germanico 4 de mayo de 2008, 22:08  

Muy hermosa

"del jardín de ilusiones perdidas,
donde nunca caen las hojas del desamor".

Donde hay un jardin así? Dame la dirección.

Saludos

Anónimo 5 de mayo de 2008, 3:34  

Que bello el escrito y a la vez que triste por ser algo que se vivió con gran amor y hoy solo es el recuerdo. Un abrazo.

Luis 5 de mayo de 2008, 4:27  

Lo peor es cuando no hay mucho que extrañar y hay poco que recordar. Cuando hay poco que te ate a los demás o que te diga que realmente le importas a otro.

Muy bonita tu poesía.

Anónimo 5 de mayo de 2008, 10:42  

germánico se me ha adelantado con la pregunta.

Los árboles imaginarios viven casi tanto como los tangibles.

Precioso.
Me ha erizado la piel.

SOMMER 5 de mayo de 2008, 11:22  

Como todo lo que escribes, querido Mario, increible.

Haces del sentimiento expresado en palabras un arte. Sigue así.

Abrazos amigo.

Andrea Podesta 5 de mayo de 2008, 13:11  

Uffff hermoso, Grabe nuetros nombres en arboles imaginarios...
Creo haberlos grabado en los mismos arboles y tienes razón despues de tanto nada es igual, todo queda vacio y gris....

Markesa Merteuil 5 de mayo de 2008, 13:18  

Y aún así... los peces aún coletean...

Anónimo 5 de mayo de 2008, 16:51  

Yo deduzco una mirada retrospectiva a un aún vigente amor correspondido. Nostalgia, añoranza de aquellas calles circuladas sólo por griteríos infantiles en sus juegos, veranos bañados de efímeras tormentas y tardes de río salpicando aguas limpias.
Entiendo que este poema es un regalo.
Me ha gustado.
Un abrazo, Mario.

Tesa 5 de mayo de 2008, 17:21  

Precioso

PARANOICO ILUSIONISTA 5 de mayo de 2008, 21:45  

guarda el tesoro del recuerdo, nunca dejemos aquello que nos mereció la pena en el baul del olvido....

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