El veneno del suicidio más absurdo

>> domingo, 30 de noviembre de 2008


Ayer fue el adiós que no logró llegar a mañana,

pero el hoy permanece en mí como si bebiera aún los grados intensos de tu aliento.

Se rompió porque fue mucho,

fue tanto,

fue tan inmenso amor,

que nos regocijamos ante la idea de vivir para siempre

escondidos en la burbuja de cristal de lo imperecedero.


Se resquebrajó por usarlo incluso en domingos y festivos,

eran demasiadas horas ante un público ciego,

por eso no quiero que esta historia entristezca,

porque ni amé por amar,

ni hoy lloro por haber amado.


Tendrás una isla en medio de mil corazones,

siempre guardarás tú la llave de mi volver,

y ante la simpleza de una hoja cayendo del árbol

será igual el deseo de tenerte,

el veneno del suicido más absurdo,

el ansia de poseerte.



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Poetae

>> martes, 25 de noviembre de 2008


Sólo era el reflejo de mi rostro frente a un espejo que delataba esas ojeras producidas por una mala noche. Este espejo era el causante de mis confesiones, el que escuchaba toda la verborrea que salía y yo no quería oír, a pesar de ser yo mismo quien la escupía. Mil veces labré mi deseo, esculpí mis ganas. Pero la gran torre caía en cada falso soplido, en el paso errado.

Y le preguntaba al espejo, empañado ahora de ese vaho que se hacía con todo el habitáculo:


- ¿Quién es poeta inmundo, que derrama su sangre en forma de tinta, para que pedantes o incultos no entiendan y critiquen extraños sentimientos mal expresados?

- ¿A quién llamó poeta?

- ¿Qué es nuevo o antiguo en unas letras? ¿Acaso un humano sentía diferente en el siglo pasado? ¿Hay formas diferentes en la forma de sentir un poema?


Mi vida es poesía. No quiero aprender de embaucadores que me empapan en palabras.

No me nace aquello que no alimenta.

Le pese a quien le pese, siento –le grito a mi espejo mientras me hace aún más oscuras si cabe las ojeras que envuelven mi mirada. Siento cada día más el poema que me nace.


Él te ha elegido como hermano,

Purificado por el beso de tus labios,

Te ha jurado un amor imperecedero

El invencible genio de la verdad.

Madurada bajo la luz de tu cielo

Centellea la gloria tremenda de la justicia

Y la sublime calma del rostro de los héroes.

El dios se ha consagrado en nosotros como señor.

Friedrich Hölderlin


No te miento si te digo, que las letras son un mundo, donde de una manera u otra, mata, crea o aliña una vida. No me recreo en sueños no natos, tan sólo son las palabras unidas de tal forma para que me entiendas. No leas tristeza cuando hablo de amores, acaso despedidas. Tan sólo lee vida.

El poema inacabado de mi sueño terminó desde el mismo momento que leí el tuyo. Desde entonces, sólo encuentro desvaríos.


Mirando al mar, sueño sin tener qué.

Nada en el mar, salvo el ser mar, se ve.

Pero ¡de nada ver cuánto se sueña!

¿De qué me sirve, ay, verdad y fe?

Fernando Pessoa


Roto el espejo, terminado el vértigo a la rima. Me alejo de esa soledad comprometida, y me siento ante un papel en blanco.

Hoy… quiero escribirte un poema.






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Y me llamas a deshoras, mujer

>> domingo, 23 de noviembre de 2008


Aboceto los corazones de una historia

que imaginé, comenzó y pudo ser,

pero que termina de desigual manera,

con la furia de un cretino

rasgando el vicio por hacerla desfallecer.


Y me llamas, mujer,

a deshoras para que te calme esos lamentos,

con las manos colmadas de reproches,

en ruinoso decoro.


…y me cuentas,

qué como pudo tanto su orgullo

para herir y maltratar ese corazón que antaño amaba,

y hoy costea tu vida

transitando en palos dolorosos en tu espalda.


Y me llamas, mujer,

a deshoras para empapar mi hombro amigo,

y le imputas la sangre seca que delata,

doliéndote mi brazo por el abrazo.


…y me cuentas,

que el hombre es menos hombre

hacedor de tan vil encaro,

truhán por besos rojos malditos

por cada vez que te abofetea.


Y me llamas, mujer,

a deshoras para huir de él por siempre,

con la convicción de una vida muerta,

vivida, herida, gastada.

Pecado, ser mujer.


Prohibido callar

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Celda. Vida. Muerte

>> jueves, 20 de noviembre de 2008



Celda.


En cárceles con barrotes ennegrecidos y muros verdosos cargados de humedad, el cuerpo moribundo se afana en lavar las llagas que fue acumulando a lo largo de historias en vidas que creyó pasadas, pero que noche tras noche se agolpan en su dolor. Acompañadas del delgado rayo de luz que filtra la luna a través de su minúscula ventana, enloquece acostado en su camastro cuando intenta dormitar.

Son los dientes finos y alargados de las ratas, quienes mordisquean sus soledades. Y sus lamentos silenciosos hacen presagiar el final que él tanto ansía.


Vida.


No tuvo vida de galán en la malograda libertad de la que gozó. Mas a veces le consta que reía. Amores tuvo dos, dinero el justo.


Celda.


Sintió que el aire no era suficiente para él y para la luna, que dormitaba junto a su almohada. Le rogó que se marchara. Llorar, ya no lloraba. Tenía secos sus ojos cuando intentó volver a lagrimear.


Celda y Muerte.


Hoy yace un cuerpo muerto y abandonado en el fondo oscuro de esa celda que nadie recordó volver a abrir. Se confunden desde entonces lastimeros lamentos de presos hediondos con el llanto de la luna cuando luce plena.



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La mala vida o los sueños no cumplidos

>> martes, 18 de noviembre de 2008

Quiero dedicarte estos minutos que quedan sin sol, para narrarte momentos de miedos y sueños. Acaso el viento no consiga distraerme.

Encontré la ciudad llena de puentes y gentes, una calle barrida por la lluvia que mojaba las almas a la intemperie.

Yo soñaba con ser un niño cantor de versos celestiales, de esos niños con sonrisas estúpidas pegadas en caras pálidas, virginales e inocentemente pecosas. Quería cantar sentado en una nube, deshojando una tras otra, las hojas de un calendario, para llegar al día de mi gran estreno en el mejor de los escenarios.

Pero, al igual que a María Magdalena apedrearon, así sentí yo la lapidación del inconformismo. Apenas canté canciones en reuniones de amigos abrazados al alcohol mientras desnudaban hasta la última botella.

Siempre mi madre me había advertido que me cuidara de los bosques tupidos de Robin Hoods mentirosos, pues no me harían la vida nada fácil.


Hoy han pasado algunas decenas de años, el cielo no consiguió ser tan azul como antaño y yo me he convertido en un ermitaño sucio, de arrugas en la frente que me recuerdan el paso del tiempo. Soy un solitario personaje de piel tostada por un sol que no distingo, tumbado de continuo entre los granos de arena de la playa más cercana y alejada de unos cuantos conocidos. Ellos no recuerdan a éste que hoy te narra, el que era bien parecido, mayormente bien vestido y peinado, el de los ojos verdes. Aquel que leía estrofas enteras de los papeles que escribían otros y que soñaba con ser escritor de canciones y fábulas que hablaran del amor.

Hoy, con el pecho descubierto y tatuado, con ojos rojos por una vida que me hizo daño, miro al cielo y recuerdo cuando entonces no morían las personas. Cuando lo más triste que pasaba, era perder el autobús.

Hoy tengo miedo. No de morir, pues creo en una gran dama que venga a buscarme.

Tengo miedo al frío. El frío que sienta cuando vuelva a empaparme la última lluvia y no tenga ya el cobijo del desgaste de los malos sueños.






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Una mala prosa escrita en papel higiénico

>> sábado, 15 de noviembre de 2008


Una mala prosa escrita en papel higiénico o Los escritos quemados por una luna demasiado llena.


Dejé unos versos escondidos bajo una piedra, al lado del buzón más amarillo de la calle principal.

Eran panfletos reivindicativos, exigiendo y convocando, tardes de asueto, mañanas azules y noches de lujuria y placer.

Temí que la lluvia borrara la tinta de mis letras, que ríos de noches sin sueño corrieran por las calles, que ancianas paseando a sus cachorros mojaran sus zapatos en mis desvelos y que el tráfico impidiera hacerte a ti llegar mis deseos.

Esperé en el día y hora indicados, bajo un paraguas que resbalaba las gotas sobre mis hombros, e intenté distinguir tu silueta entre la multitud que se agolpaba para beber de los rendimientos de los bolsillos ajenos.

Nunca llegaste. Pero en tu lugar hiciste venir a un mensajero oculto bajo una gorra que le cubría.

En un sobre cerrado y mojado había una nota que decía: “No vuelvas a recitar versos debajo de mi ventana. Usa para ello el buzón más amarillo que hay en la calle principal”.


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Ángel o diablo

>> miércoles, 12 de noviembre de 2008


Me tientan tus palabras cuando me destapan en la mañana,

y me convierto en el diablo que nadie pensó de mí.

Se me ocurren cientos de travesuras con las que dañar tu alma,

miles de olores que dejó el rastro de tu decir.

Cierro los ojos para engañarte

y que sea de nuevo el ritmo de tus letras quien me levante,

y al esfumarte del hueco de mi almohada

transcribo en papeles viejos las sensaciones que me dejaste.

Nunca encontré tinta que expresara exactamente lo vivido,

y si acaso un día fallas en la letanía de tus versos,

auguro tormenta en mi proyectado día.

Te busco,

corro, como nunca, hacia lo que sembraste antaño

y te descubro.

Permaneces entre los millones de granos de arena de mi playa

en silencio,

distante.

Releo las notas de tu diario para intentar encontrar algo que me concierna.

Quizás te dañé demasiado al convertirme en diablo

si acaso tú buscabas un ángel.

Quizás ni siquiera pensaste que tus palabras me dieron vida.





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Laili y Maynun

>> lunes, 10 de noviembre de 2008

Hoy encontré la moneda con la cara hacia arriba, y pensé que era mi día de suerte.

Tomé de mi memoria el papel en blanco y no me tembló la mano al escribir.

Nacieron cincuenta, tal vez cien ideas para desarrollar en el ovillo de las letras, sin saber siquiera si alguna llegaría a desarrollarse.

Vinieron a mí Laili y Maynun, los desventurados enamorados del poema romántico de Nezami. Les puse el nombre shakesperiano de Romeo y Julieta y los trasladé a la ciudad de Teruel para que fueran amantes universales.


Ellos me narraban sus encuentros secretos y yo temí que los escuchara el viento, pues él es el que se los cuenta a los árboles. Recelé al mismo tiempo de la cara oculta de la luna, esa que salpica sonrisas pero desconfía de los soles de la mañana.

Tomé a Laili y le expliqué los peligros que nos acechaban. Aproveché el estupor del cielo al caer la lluvia en cascadas, para proponerles la huida al desierto. Solamente allí estaríamos sosegados, rodeados por el canto de las dunas.

La arena cantaba mientras Laili y Maynun, mientras Romeo y Julieta, hablan de consolidar su amor antes de la toma del veneno que los deje muertos y juntos en la ciudad turolense.


Laila nació princesa, creé en su historia. A Maynun le condené a plebeyo. Se encontraron una tarde luminosa cerca del río.

Sus ojos eran demasiado hermosos para poder volver a dormir –pensó Maynun. Y dedicó sus noches a componerle canciones de amor.


Mis palabras no conseguían destruir la ardiente fantasía, la pureza de corazón en esa apoteosis del amor.

Decidí entonces dejarlos arropados por su amor bajo un cielo tupido de estrellas, prometiendo grabar en la lápida de granito sus nombres entre dos corazones.


Desde aquel instante, lloro lágrimas salpicadas de arena cuando acudo a cementerios. Hay noches que escucho el sarcasmo estúpido de la luna cuando ríe al observar los besos de los enamorados. En ocasiones, las copas de los árboles tocan mi ventana. Quieren sabotear los secretos escuchados a los amantes.

Hoy encontré la moneda con la cara arriba, y pensé que era mi día de suerte.

La suerte a veces, es una conmemoración de lágrimas y penas en una gran tarta de amor.



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Poeta canario

>> jueves, 6 de noviembre de 2008

Dedicado a los poetas canarios que me visitan, a los poetas, a los canarios, al emigrante, a todos, a ti…

Pasos lentos, pisadas ahogadas en tierra yerma,
penas abandonadas en el rodadizo camino
para agilizar un equipaje
de rimas desconocidas y desconsoladas,
lágrimas y semillas olvidadas en tu playa,
tras mareas rojas en noches de calima,
allá, donde el mar no brama.

Gritos,
llantos,
brumas en tardes sin sol
mientras se agranda el camino del destino.
Anillos que desposaron a esposos
que abandonan ahora esposas
en busca de la octava isla Venezuela,
hijos neonatos convertidos en soldados
jugando a la guerra en bosques de laurisilva,
perdiendo los abrazos de su padre poeta.

Poeta canario, desconocido poeta,
emigrante de los alisios…

Silencio en su partida mirando desde balcones,
ahí está su mar,
reposado mar plateado que vio cuantas muertes,
junto a callados navíos anclados.
La mayor sombra busca el cansado caminante
y se refugia bajo el gigante Teide
con una maleta vacía,
para llenarla de tabaibas, palabras, frutos del drago…
y reparar sus pensamientos rotos
en el dolor de la partida.
Claman los silbos gomeros
desgarradores siguiendo sus huellas,
paso firme, poeta emigrante canario.

Poeta canario, desconocido poeta,
llorosa y desdichada dejas tu isla…

Volverás retornando ese camino
a la libertad de tu isla, poeta.
Encontrarás el jable majorero
peinado por sus vientos.
Y clamará la chinija desde la roca:
“tráeme rimas, palabras, algún cuento, padre…”
Ya partiste y seguiste la veleta, canario,
de sur a norte
rumbo a tu segundo mar, de lava.
Al atracar el buque en La Isleta
se escuchará algarabía a tu regreso.
No olvidaste tu rima en la aventura,
de poeta canario,
maleta en mano.

“Y regreso a Timanfaya, mi tierra de secano,
nacido entre lavas,
olvidando mis palabras,
ya escucho el viento que me ha esperado
y entre melodías de timple grito
que mi patria es mi isla, allá donde yo vaya”.

En tu retorno, poeta canario,
chapotea tu mar y cruje el muelle herreño,
cantan los marineros tus poemas en folías,
encontradas las letras bajo las lavas del Teneguía.

Poeta canario, desconocido poeta,
libre eres de volver a la orilla…



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Amor, esa gran mentira

>> martes, 4 de noviembre de 2008


Aprendí que son un juego prohibido,
peligroso,
los amores clandestinos.
Tenías entonces sabor a madera caoba
y te pedí que me regalases lo que dura una mirada.
No quisiste volver a dormir.

Te besé con un beso a traición,
boca cautiva.
Recuerdo tu abrazo.
Temiste que mi beso te impidiera ya partir.

Amor, esa gran mentira.
No supe unir los hilos de los que se compone.

Hoy supe de tus verdades antiguas y oscuras,
me he desposado con el hoy,
enviudé con el ayer
y soy novio del mañana.
He brindado con el vino del olvido,
y lo derramé borracho sobre mi cabeza
para no obsesionarme por el ni te conocí.

Ahora tu amor no me importa,
se agotó esa crisis ya en mi vida,
hoy derramas resina entre tus lágrimas de perdón.

Amor, esa gran mentira.
No supe encararme con la nobleza.

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Deshechos, estancias vacías y olores

>> sábado, 1 de noviembre de 2008


Casto mi pensamiento era,

si viendo tu semblante

imaginaba cantos marineros,

y jamás sentí la estancia vacía, llana,

agolpada de olores en mosaico

de tus amores con amantes.


Adicto a ti,

valeroso ermitaño a tu cripta acudo,

íntegra devoción desde tu promesa

de regalarme el cielo por Navidad.

Desposado y ciego

de orfanato avenido,

imploro justicia

por puta maltratada.





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