Apenas diez minutos

>> miércoles, 21 de enero de 2009






















Me mataste de una sola puñalada.

No hizo falta más. Me ahogué en mi propia sangre.


Si vuelves,

pídeme fuego para fumarte tu desvergüenza.

Yo, inhalaré el humo de tus mentiras.


Mientras,

aprenderé a mirar nuevamente al sol.

Así sabré cuando anochece.




18 comentarios amigos:

Anónimo 21 de enero de 2009, 23:31  

Mi buen y querido amigo Mario...vuelvo, siempre vuelvo.
Más no te pediré fuego...si no esa amistad que perdurará en mi corazón para siempre....
Bueno sí..te pediré ese café que aún queda pendiente....
Un beso enorme...o dos...
Josep Mª...(no me acuerdo de mi contraseñaaaaaaa...no puede ser!!!!..uufffff...)

Markesa Merteuil 22 de enero de 2009, 10:04  

No olvides expulsar el humo y que éste deriva en un sinfín de efectos secundarios nocivos. Necesitas profilaxis.

Alfonso Saborido 22 de enero de 2009, 10:30  

Siempre vuelven, querido Mario. En presencia o en fantasmas, pero siempre están ahí. Si queremos, claro.

Cemanaca 22 de enero de 2009, 12:21  

De todo se aprende...así duela.

saludos conversos.

Terapia de piso 22 de enero de 2009, 13:34  

Siempre estamos esperando algo.

José Roberto Coppola

Juan Cairós 22 de enero de 2009, 14:44  

ya veo, Mario, ya veo porqué escribes tanta y tan buena poesía!

cuando te falte, te tendrás a tí, al poeta...es lo bueno de sufrir por todo!

© José A. Socorro-Noray 22 de enero de 2009, 15:33  

Siempre llegará el alba
aunque la eterna noche
se nos apodere del alma.

Un fuerte abrazo

Francisco 22 de enero de 2009, 17:45  

Deten tu voluntad un instante y sientate a contemplar los días acumulados con sus motas de polvo encima.
Las sonrisas, la ingratitud, los abrazos, las lágrimas, la soledad cada vez más buscada por culpa de los segundos derrochados.
Observa el tiempo de los relojes y pierdete entre esferas, minuteros, silencios y alarmas.
¿Señales de caducidad? ¿Avisos del presente?
Son tuyos los relojes parados, los que no tienen agujas ni cristal, los antiguos y los perdidos.
Y es tuya también la muñeca huesuda sin reloj.
Y la campana del Ayuntamiento marcando las en punto a y cinco, y el despertador agudo y estridente de la mesita de noche a las siete de la mañana de un lunes.
Soy su sonido y sus poleas y avanzo con su ritmo en una sola dirección.
¿Porqué?
Muchos abrazos
Franc.

Anna 22 de enero de 2009, 17:47  

El amanecer volvió, sólo para él

Se asomó sin saberlo a su oda de despedida.

Le vi desde mi rincón

Le acaricié la sonrisa dormida
Le guardé su mirada perdida
Y entre mis manos un beso guardado para su próximo amanecer.

Thiago 22 de enero de 2009, 22:47  

CAri, estás bien? Esto es una poesía o hay algo más? Nuse, te veo muy pesimista y en mi blog en dos días, has dicho lo mismo... Me tienes un poco preocupado. No me llamas, no me escribes, jaaja y me dejas esos comentarios.

Bueno, cari, si necesitas algo...

Bezos

ANTONIO SEBASTIÁN 22 de enero de 2009, 22:50  

Hola, MARIO. BReve, concentrado e intensisimo, y como todos los tuyos, hermoso. Muchas gracias por compartirlo con nosotros. TE QUIERO
DIOS te bendiga
ANTONIO

BRILLI-BRILLI 23 de enero de 2009, 12:24  

El sol siempre sale,incluso en las noches mas oscuras,el sol siempre vuelve.
Besos

Condevolney 23 de enero de 2009, 21:00  

Sublime, siempre una muerte necesaria para un nacer nuevo y un desaprender para aprenderlas las cosas nuevamente.

Mario, poeta canario, el que mismo que alumbro lo azul que en verde se relata, es un placer, casi una experiencia religiosa el leerte, desde el alma farolera en mudanzas un fuerte abrazo.

David Samayoa 23 de enero de 2009, 22:57  

La muerte sufrida por un puñal tan largo y afilado, es tan rapida que su herida queda grabada en el alma...

Anónimo 24 de enero de 2009, 10:32  

Los muertos no fuman
¿o si?
si estás muerto
el tabaco ya no te puede matar
jajaja
ando por aquí
pasándolo bien contigo,
un abrazo

kik 24 de enero de 2009, 16:05  

difícil mirar al sol sin quemarse... claro que al anochecer es más suave y se presta a contemplaciones evocadoras, un buen momento para fumar la desvergüenza.

Saludos

Nacho Hevia 25 de enero de 2009, 10:08  

me mataste con este poema...

MARIA UVAL 29 de enero de 2009, 18:31  

me gustó. me hizo dudar de si hay sol o es de noche. en quien creeré entonces?

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