El Guerrero

>> sábado, 10 de enero de 2009

















Foto: A. Sevilla


Pisando descalzo por sendas inciertas,

inseguras éstas pero tan deseadas,

sin saber donde terminan,

si acaso comenzaron llenas de piedras

aunque anduve rápido tratando de llegar.


Desafiando monstruos que me atrapan en la noche

cuando el sueño me vence,

e hinchando el pecho como valiente guerrero

en el momento de continuar el camino elegido.

¿Por qué escoger esta batalla

sabiéndola perdida desde el comienzo?

¿Por qué llenar el balde de las lágrimas

derramadas en el camino?


Ríos de sangre confundidos con veredas,

despiadada batalla.


¡Oh, estúpido soldado,

que no pensaste en que destruirías tu vida! –acuciaba mi conciencia.

Tu vida y su vida,

y no sabes enfrentarte a tal menester.


¡Oh, mentecato guerrero,

que sabiendo tan amarga derrota,

deploras girar tus pasos y regresar a la cueva!

¿Qué conseguirás más que el placer de instantes muertos?- continuaba ella.


Desconozco el final de tan fatal contienda,

de gozosos y breves momentos de placer en su recorrido.

Adiviné el color rosado,

de la sangre mezclada con la transparencia de la lágrima.

Nunca llega a desangrarse el corazón;

todo lo demás, es sólo cuerpo.




15 comentarios amigos:

Un cura 10 de enero de 2009, 9:50  

Vuelves a las tragedias.
Me ha gustado, Mario. Genial especialmente esa mezcla que te ha salido de romance épico antiguo y elegía moderna.
Me uno a tu grito contra la barbarie en la sncillez del poema.
Un saludo.

Terapia de piso 10 de enero de 2009, 11:54  

Cada camino debe recorrerse con el pecho henchido de la victoria del atrevimiento.

José Roberto Coppola

Anna 10 de enero de 2009, 12:11  

En ti, ninguna batalla está perdida, tú eres de los que aprende por el camino sea cual sea el resultado final, porque tus sentidos están tan despiertos como la luz que ahora entra por mi ventana.

Tus poesías siempre son un reflejo de ti mismo, aunque algunas de ellas se mezclen con la irrealidad.

Miles mi querido Mario.

Anónimo 10 de enero de 2009, 12:39  

¡Feliz año atrasado, me cago en la leche! No es por nada, pero ahora cada vez que escucho las palabras batalla y sangre se me viene a la mente un niño palestino reventado por una bomba israelí. Un gustazo leer tus poemas sangrientos.

© José A. Socorro-Noray 10 de enero de 2009, 13:15  

... y ser cuerpo
es ya demasiado.

¡Excelente!

No todas las victorias son siempre victorias, ni todas la derrotas son derrotas. Siempre estamos librando batallas en nuestro interior.

Un abrazo

Juan Cairós 10 de enero de 2009, 15:21  

Estoy con Lorenzo,has presentado muy bellamente y con tu estilo, una mezcla de modernidad con lo clásico y la batalla del guerrero ha sido victoriosa...

Precioso poema épico, Mario, la lucha de la vida es esa,combatir el deseo y la pasión hasta que capitule en nuestro lecho.

Angel 10 de enero de 2009, 17:15  

Nunca llega a desangrarse el corazón;
todo lo demás, es sólo cuerpo.

Bonito remate para precioso texto.
Quizás sea mejor no encontar nunca los corazones desangrados, ¿no te parece?
En todo caso, hay contiendas que tienen buen final. Seguro que ésta sí lo tuvo.
Besos, Mario

Nacho Hevia 10 de enero de 2009, 18:44  

precisamente,por desconocimiento del final, nuestros pies se aventuran hacia cualquier destino fatal...

Alfonso Saborido 10 de enero de 2009, 19:22  

Cuando se va a la batalla, sabiendo que se va a perder, y aún, se sigue queriendo ir, es porque se es valiente y realmente se lucha por lo que se quiere.
Ir con el triunfo garantizado es una pérdida de tiempo. Porque vas a gastar fuerzas para nada. Te lo van a dar al final, y nunca podrás decir, lo gané yo.

Thiago 10 de enero de 2009, 21:37  

Bueno, ir a la batalla sabiéndola perdida de antemano solo puede conducir al éxito o al martirio. Pero al menos nunca nos quedará la tristeza de la cobardía.

Un corazón herído mortalmente sangra menos que uno complaciente que nunca haya arriesgado (en el amor).

Bezos.

esperanza 12 de enero de 2009, 11:17  

Supongo que los "guerreros", uno a uno, no irían a la batalla, ni impedirían al enemigo recoger a sus muertos para enterrarlos y a sus heridos para sanarlos.
Parece que "ALGO" escapa a nuestras posibilidades de mortales. La diplomacia está de vacaciones y las soluciones alternativas a la barbarie...???

Francisco 12 de enero de 2009, 14:44  

Desde que el hombre es hombre, han existido las injustas guerras o agresiones unilaterales. Siempre es lo mismo...siempre, una pena.
Besos
Franc.

Cemanaca 13 de enero de 2009, 1:55  

Es esa búsqueda incesante que nos empuja a librar batallas aunque sin armas...
Simpre se guarda la esperanza...

Saludos conversos.

David de la Merced 13 de enero de 2009, 12:37  

Precioso, me ha encantado. Enhorabuena!
Besicox

Anónimo 15 de enero de 2009, 0:16  

Se que la palabra batalla puede llevar otro sentido, pero yo también en estos momentos lo relaciono con la masacre israelí a los palestinos. Un abrazo muy fuerte.

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