Sin título

>> jueves, 15 de enero de 2009


















Foto: Hisae&Jero


Siento el latir del corazón

en la soledad de tu pecho.

Me sorprende cuando el silencio me arropa.


Oírte me perjudica

porque me creía muerto.

Lo más duro fue morir solo

en una habitación blanca de hospital.


Ahora te escucho, corazón ajeno,

y dudo entre fantasmas

o fanáticas y falsas reencarnaciones.

Me atormenta el despertarme y que me duela el amar,

aunque quizás sea

la ausencia de amor lo que más dañe.


Permíteme cerrar los ojos ahora.


¡Yo!... el que se supone muerto.


Quizás la lluvia que ahora escucho

empape el último halo de mirada,

o tal vez ni siquiera llueva

y sea sólo mi último aliento.




18 comentarios amigos:

Nacho Hevia 15 de enero de 2009, 21:48  

cuántos muertos de ojos abiertos
casi despiertos...

Terapia de piso 15 de enero de 2009, 21:54  

Cuántas veces nos hemos preguntado: ¿esto es vida?

José Roberto Coppola

Francisco 16 de enero de 2009, 7:42  

Nos atormenta el silencio tanto como el sonido, amar desde la conciencia, es amar desde la vida. La excelencia es fácil.
Precioso y triste…en tu línea.
Buen día
Franc.

© José A. Socorro-Noray 16 de enero de 2009, 9:16  

Soledad,
silencio,
muerte,
sueño,
ausencia...
mi último aliento.

¡Qué joya de poema!

Claro, Mario... si el silencio fuera sonoro

Un abrazo

PS: El océano siempre nos habla

Alfonso Saborido 16 de enero de 2009, 9:50  

Cuántos no se habrán muerto del todo por no haber completado su vida. Si hicieran una encuesta, quizás todos los fantasmas, sean fantasmas por amor.

kik 16 de enero de 2009, 14:25  

desolados versos, la lluvia que escapa de los labios de un muerto que duda de su estado y un corazón que sigue latiendo en algún recóndito lugar...

saludos!

BRILLI-BRILLI 16 de enero de 2009, 16:52  

Bonito verso,cerrar los ojos a veces puede ser muy placentero..besos

Markesa Merteuil 16 de enero de 2009, 16:57  

A mí lo que me aterra es no amar al extremo de que duela.

Markesa Merteuil 16 de enero de 2009, 16:57  

A mí lo que me aterra es no amar al extremo de que duela.

Anna 16 de enero de 2009, 17:28  

Y después de escribir algo así ¿cómo te quedas dulce Mario?

Yo desde luego te permito que cierres los ojos.

La ausencia de amor, no duele, pero si mata, sobre todo si el dolor es más fuerte que cuando hemos amado.

No estás muerto, tus letras son un nacimiento de vida constante.

Miles, cielo.

Juan Cairós 16 de enero de 2009, 17:49  

Lo que ha dicho Ana es una "terrible" verdad...Tú tienes o eres en sí mismo tu propio Dios, y puedes morir, matar o crear tu vida y muerte.

Mario, caso de ser quién no soy, hubiera pasado una noche contigo, nos la merecemos ;-)

Condevolney 16 de enero de 2009, 18:02  

Querida Mario, primero me disculparé por los atípicos retrasos en mis visitas, ya que no tengo red, estoy de mudanza, pronto estaré recuperado de esta muerte tonta.

Y volvemos a la vida, querido poeta la muerte es necesaria, necesaria para vivir, necesaria para florecer cada día un nuevo Mario, y se nota que mueres, se siente en el aliento de tus versos, en el perfume de tu alma, en la libertad lucida que exhalan tus entrañas, muere querido poeta y nacerán de cada muerte poemas de amor que matan, y mantener esta luz inmensa que ilumina tus pensamientos.

Mi alma farolera en mudanzas te celebra.

Anónimo 16 de enero de 2009, 19:13  

Hola, muy bueno tu blog, te invito a ver el mío, saludos.

ANTONIO SEBASTIÁN 16 de enero de 2009, 20:33  

Mi querido MARIO:
Aquí me tienes enredado en la muerte, el silencio, la soledad que destilan tus palabras.
Como ya sabes, a mi el silencio me gusta mucho. Lo creo imprescindible para extasiarse con la MÚSICA.
El silencio me parece alegre, maravilloso, extraordinario, bellisimo, ... y muchas cosas más.
Hay cosas que también son para mi imprescindibles. Me resulta imprescindible decirte que TE QUIERO. Lo tengo que hacer de vez en cuando, porque, sobre todo, me lo pide el alma.
A ver si un día de estos nos damos un abrazo. Que es posible que ya vaya siendo hora.
Hoy que me siento cercano a ti especialmente, por alguna desconocida razón. Y aqui me tienes leyendo tus hermosos versos. Y curiosamente, no me dejan melancólico, sino con una especie de extraño subidón de fuerza y entusiasmo.
Muchas gracias por todo y que DIOS te bendiga.
ANTONIO

TORO SALVAJE 17 de enero de 2009, 8:33  

Espero que tras la muerte se acaben los tormentos, porque como no sea así me va a dar algo...

Saludos.

David de la Merced 19 de enero de 2009, 12:33  

Yo creo que no llegaste a morir. Lo que pasa es que dentro de ti viven muchos y de modos muy extremos. Ay, esos heterónimos que nos toman la casa y nos desordenan los sentidos.
Besicos

MARIA UVAL 29 de enero de 2009, 18:33  

después de haber conseguido olvidar, me duele más volver a amar que el olvido. cuánto cuesta dejar de sentirnos vivos.... no quiero volver una vez que morí.

MARIA UVAL 29 de enero de 2009, 18:33  

después de haber conseguido olvidar, me duele más volver a amar que el olvido. cuánto cuesta dejar de sentirnos vivos.... no quiero volver una vez que morí.

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