Flashes 2: Gare du Nord

>> miércoles, 11 de febrero de 2009


Nuestra rutina diaria y todos esos momentos difíciles, hicieron que nos distanciáramos. Pero eso no significó nunca que nos olvidáramos el uno del otro.

Aún retengo en la memoria esa imagen que inventé, en la que tu figura permanece sentada en un andén de la estación de tren, en París. Me esperas y yo llego, y camino entre el vapor de la máquina a tu encuentro. Yo puedo verte, aunque tú a mí aún no. Aún. Puedo ver tus ojos enormes brillando de la emoción, tus perfectas manos inquietas, tu respiración acelerada, mientras llega el instante de mirarnos. Puedo percibir la exaltación que sientes al verme al fin, caminando hacia ti. Por un momento, temo que se te pare el corazón por esa felicidad extrema. Tu sonrisa ilumina todo el andén. Puedo sentir tu abrazo, tus besos.


-Búscame entre el vapor de las máquinas –me dijiste.



Esa imagen vivirá siempre en mi memoria. Ojalá nos pudiésemos encontrar algún día en la Gare du Nord de Paris.



10 comentarios amigos:

Anónimo 12 de febrero de 2009, 3:01  

He encontrado por casualidad tu pàgina, hermoso este post que has planteado y aprovechando horas muertas he pasado por aqui a traves de otra buena pàgina,y , si me disculpas el atrevimiento me ha parecido exquisito y espelendido final de la pelicula casablanca..si tuviese otro final, yo le colocaria este.

Terapia de piso 12 de febrero de 2009, 4:11  

Qué descripción tan cinematográfica.

Gran encuentro.

Abrazo.

José Roberto Coppola

Juan Cairós 12 de febrero de 2009, 11:15  

Woe, es toda una declaración eh, qué guapo Mario, el escenario, los sentimientos, el tono poético...

¡Eres grande!

P.D_Es posible que te espere y te vayas con él. Depende del guión y de cómo esté escrito.

¡Besos amigo!

Mariano de Toledo 12 de febrero de 2009, 16:58  

Que bella forma de escribir auqel reencuentro entre los vapores.

Me imagino una tarde muy fría en Paris, tu sentado en el andén esperando hasta que llega aquella personita que amas mucho, luego se van juntos de la mano hasta desaparecer entre la multidud.

¡¡¡ si !!!es como un cortometraje de muy buen calibre.

mil besos Mario y se feliz ya que este mundo está muy loco y afortunados quienes pueden amar...

Anna 12 de febrero de 2009, 17:19  

Que visión tan bonita nos dejas Mario.

Estoy con Juan, es como un guión de una pelíclula romántica en blanco y negro, un clásico que encierra lo mejor de ti.

Miles.

© José A. Socorro-Noray 12 de febrero de 2009, 18:54  

"-Búscame entre el vapor de las máquinas - me dijiste"

Sólo esta frase vale todo un relato, un final soberbio para una historia, quizás un simple sueño.

Un abrazo

Angel 12 de febrero de 2009, 20:06  

Siempre me llamaron la atención las estacines de tren. Me rememoran una molancolía especial y una tristeza añadida.
Nunca he llegado a comprender por qué en ellas siempre encuentro la pena de la despedida y nunca la alegría del encuentro.
Por eso, mis tristes sueños rechazan la imagen de una estación de Tren.
Besos, Mariete!
Espero que te encuentres bien!!!!
Ángel

Haldar 13 de febrero de 2009, 20:16  

Excelente! Me la imagino en blanco y negro (acaso hay otra forma?), fria, con los vapores de los trenes inundandolo todo, las voces de las personas que vienen y van, las despedidas y los reencuentros. Y esa persona que amas saliendo de entre el vapor del tren.

Abrazos, un monton...

Condevolney 14 de febrero de 2009, 17:39  

Siempre nos quedará Paris y un poeta que imagine la hermosa escena de cine que duerme en tus Pensamientos, yo como espectador exegeta imagino el Film Noir a una divina Dietrich y a un Philip Marlowe ilapso en un poema al fin recordado “Búscame entre el vapor de las máquinas” interpretado por el chulo Bogart bajo la astuta mirada de un Von Sternberg apartando un rizo rebelde del objetivo. Descubro al poeta canario en medio de este encuentro derramando suspiros que se mezclan con el vapor y el ruido de la maquina y siempre esperando un beso, o imaginándolo, que en tu pluma se torna en universo descarnado bordado de belleza inigualable.

Mario, dejo aquí un trocito de mi alma (farolera) que tu convertiste en Luna (alumbradora) para guiarnos en este camino tortuoso que es la vida y la muerte convencida de su triunfo, hoy levanto una tormenta de abrazos, huracán que inunde tu pecho y tus espaldas, de amistad de este Condevolney que te admira.

Anónimo 14 de febrero de 2009, 21:37  

Hola Mario, dime dia y hora y allí estaré, en la Gare du Nord esa, llevaré un perfume de yves saint laurent, para que me reconozcas.

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