La idea

>> domingo, 27 de septiembre de 2009


He matado por una idea, y me llaman asesino.



Espero que al menos la idea valga la pena –le dije a mi imagen reflejada en el metálico cenicero. Aunque yo, realmente, sólo quise volver a tocar el piano. Siempre me fascinó el juego sexual de unas teclas blancas y negras. La perfecta igualdad de una idea que vino serena y hermosa, después. Ni siquiera escondí el arma. Mi mirada era oscura como el luto que predominaba en aquellos instantes. Una vaga idea bien valía una lágrima.



¿Cuéntame el secreto de tus guiños, de los colores de unos ojos ciegos? –fue lo único que se me ocurrió decirle.

La idea permanecía borrosa y confusa aunque legible en mi papel, apenas unos folios blancos mojados en las esquinas por el coñac derramado, que bien podrían estar éstos enfrascados en formol.

No me imaginé el odiar a mi idea por el tacto del piano; no quise sentir el dolor de la música.

Miraba a la idea fijamente, transcrita una y otra vez en cada uno de mis papeles. La idea no me decía nada. Era una idea muerta.

No sé si sería capaz de volver a escribir un verso. Mis poemas, como cualquier arte, no tenían vida, eran un engaño. Letras sin linaje agrupadas en una caja de madera.

Vasos bebidos con pintalabios. Sangre en el rellano. Una idea muerta en un trozo de papel. Un poeta suicidado por la segur de la luna.




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Paredes de cristal

>> miércoles, 23 de septiembre de 2009


Paredes de cristal

donde dejas entrever tus miradas,

aquellas que horadan y me cuentan de tu sed,

del cerbero que te sigue en delirios

y de las noches que pasas en vela

amando a quien nunca te amó

y buscando lo que no te ha de llegar.

Llegan señales que se destruyen en instantes,

antes incluso de aprender a pronunciar tu nombre.



Te llamo y no estás,

vienes y ya me fui.

¿Qué fue de las orillas del río,

donde dejabas tu ropa?

¡Que fría estaba el agua

donde mojabas tus desvergüenzas!



Quise secuestrar por un lustro

los pensamientos que te hostigan,

deseé deshilacharlos para inventarte otra vida.

Pero la vehemencia de ser dios

se frustró con el primer abrazo.

Ahora te miro en silencio,

sabiendo

que no me tienes por dolor,

llorando

por la ausencia de lo soñado.






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No sólo cuestión de cuernos

>> sábado, 19 de septiembre de 2009

Tampoco esperaba nada del tiempo que me pasé mirando hacia el infinito incierto por la ventana abierta de este cuarto recién alquilado. Sólo quería respirar para seguir viviendo después de la locura transitoria que me provocó vivir contigo tres años y pasarme cinco más en un lugar demasiado oscuro. Fue durante todo el tiempo que convivimos, cuando muté en ese ser horrible que –según tú- aparecía cada noche en nuestra cama. Pero no fui yo quien se convirtió en la vergüenza de una vida, a pesar de terminar saliendo de mi casa con los brazos por detrás y unas esposas haciéndome sangrar las muñecas.

Veo, a través de los cristales del coche salpicado de gotas de lluvia, como los dientes se dejan ver en tu boca al sonreír y creer que así consigues la victoria. Bendita ingenuidad.

Recuerda, que dos no pelean si uno no quiere. Al menos, espero que ese otro hombre que encontré junto a ti, ocupando mi parte del lecho, ocupe también tu mente el resto de tu vida.



No recordaba un día tan lluvioso. Caminaba sin rumbo por las calles de la ciudad, sin parar a refugiarme en ninguna de las tiendas abiertas todavía a esa hora. Los pocos transeúntes que por allí andaban, miraban y se apartaban de mi lado. Creo que tenía cara de loco. Creo que sufría. Sí, definitivamente, sufría.

Quizás nunca debí meterle el mango de un martillo por el culo al fulano aquel, después de golpearle repetidamente la cabeza.





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Mentiras y desánimo

>> sábado, 12 de septiembre de 2009


Escuchar lamentos

que suenan a baladas de enamorados,

podar el árbol del deseo

para construir púlpitos donde clamar ansiedades,

pedir tres

aunque la necesidad sea sólo de dos y medio,

por la gula de poseerte

a ti

y al resto.



Avaricia que se confundió

con la incapacidad de sentir amor,

amor éste mentiroso,

siendo una realidad de sólo vicio,

y resultando una pisoteada soledad

donde se alimenta de imágenes y sueños,

para morir sola cada noche

en la alcoba de las desilusiones.




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El reloj de las mentiras

>> domingo, 6 de septiembre de 2009


Disparatado temor

recordando los momentos que creí me estabas dando,

cuando todo mi día rotaba en torno a ti

y tus huellas marcadas en cada esquina.

Que estúpidas las sensaciones que engullen mi mañana,

al haber sido amado

en tantos espesos instantes que hoy rememoro

y empañan los cristales de mi privada lluvia.

Y cuando ahora miro tu rostro risueño,

escupo las profundas falsedades ya caducas,

sin percibir acaso

los tres puñales

que mancharon mi camisa al desclavarlos.



Tic, tac, tic, tac…

Pasan las horas en el reloj de las mentiras,

corren ríos de desilusiones

por la vida que me tocó vivir,

aunque no anulo mi alegría

al saberte viva, a ti,

experiencia,

al matar en versos rellenados de rimas absurdas,

a quien dañó los minutos que acaudalaron mis ojos,

en lágrimas azules.



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