Miradas

>> martes, 5 de enero de 2010


Descubro al fin tu mirada. Mirada de soslayo.

Me causa perplejidad; ella que sólo esconde secretos públicos. Lástima que yo siempre confié en las personas.

Hoy tu mirada encubre aguas del arroyo de la vida, reguero de deseo. Es una mirada azul, como azul nació el cielo y azul también morirá el mar.

Mencionó una vez un sabio, que no se sueña con la cabeza, sino con el corazón. Sólo un soñador pensaría que la tierra es la única verdad conocida y que el resto son quimeras. ¡Falsos y estúpidos ignorantes!

Nadie me enseñó nunca a soñar. Los sueños vinieron a mí sin yo pedirlo. Desde entonces no duermo esperando al amanecer. Mas no forzaré mi destino; floreceré cuando haya que florecer.

Sólo llega el amanecer tras haber vivido la noche y azul oculto. Beberse la sombra de la luna ayuda a morir en cada pesadilla. La noche engulle el azul del cielo y lo vomita en cada mañana. Aunque soy consciente que nada florecerá en mí si no atraigo a la lluvia, y la única lluvia que conozco son mis lágrimas, igual de saladas éstas que el agua del mar.

Mis lágrimas esconden unos ojos ciegos. Ciegos, por las cortinas de lágrimas que brotan. Este sollozo no es suficiente para que la sangre mane en mí.



Hace tiempo, que en la pared colgué tus cuadros surrealistas, pero la pintura aún fresca tatuó mi cuerpo estéril. Hace tiempo, que tus cuadros me parecen todos negros. Para ti, el resto de colores son prestados, colores mezclados. Sigue así pintor amigo: el negro es el color de la piel de mi hermano. Debe ser por eso, que tu obra siempre me recordó a la noche. Por eso, ya no duermo y tengo miedo a que me atrapen tus sueños.

Necesitaría que tus sueños me arropasen si hace frío. Necesitaría no volver a tener recelo, aunque para ello, mis ojos nunca más se tuvieran que cerrar al nacer la luna.



.- Por favor, ¡enséñame a soñar!

.- Mejor, sueña a enseñar.



En este tiempo, nunca viví el amor sin frío. El silencio lo terminé rompiendo con el ruido de mis latidos. El silencio nunca fue la máxima expresión de la sabiduría. El silencio tan sólo fue mentira, verdad sin fundamento. ¡Cállame estúpido con tus besos! Dame tus besos pero no me ofrezcas cobijo. No pongas en mis oídos palabras para que me duelan. ¡Déjame dormir!



Con la colaboración de Ángel Noya.




5 comentarios amigos:

Soledad Arrieta 5 de enero de 2010, 22:48  

Un texto exquisito, el manejo de las voces, de los diálogos, de las imagenes, cuando de repente levanto la vista y veo un cuadro surrealista y a la derecha y ala izquierda y me pregunto si aún estoy dentro del relato o si ya volví y es mi depto, y sí lo era, que alivio.
Excelente. Mis felicitaciones para vos y para Ángel Noya.
Cariños.

Druid 6 de enero de 2010, 0:10  

Hoy, hace siete años, el mio se moría bajo mi mirada impotente. Bajaba del hospital, de arreglarlo todo, y me encontraba con la cabalgata de reyes iluminando rostros.

Mañana será un feliz día de reyes para mi hijo.... para mi nunca jamás significará lo mismo... al final eres lo que transmites.

Lo siento de veras. Siento mis ausencias de tu casa. No se que mas puedo decirte.

Lo ves? al final tengo razón.... ya no me encuentran las palabras.

Terapia de piso 6 de enero de 2010, 11:10  

Quiero vivir todos mis sueños desde los más estúpidos hasta los más sublimes.

Un abrazo, Hisae.

José Roberto Coppola

© José A. Socorro-Noray 6 de enero de 2010, 18:05  

Miradas...
nadie me enseñó
jamás a mirar.
Sueños...
nadie me enseñó
jamás a soñar.

Cierto, sólo llega el alba después de una larga noche de silencio.



Un fuerte abrazo

Anónimo 13 de enero de 2010, 21:21  

Cuando aprendemos a soñar despiertos, los sueños vienen a nosotros al cerrar los ojos.

bs

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