Un sol muerto

>> martes, 21 de febrero de 2012


Se cayeron mis palabras por el agujero del lavabo,

arrastradas por el agua

que salía del grifo de mis ideas.


A través del agujero de la cerradura,

dos veces vi nacer y morir el día.

Me gustaría no haber llegado nunca a conocer el dolor.


¿Ves llorar a alguien? –pregunto yo, mientras corremos.

Nadie llora. Hemos sobrevivido.


Todo el mundo huye. ¿Adónde huimos? –preguntas ahora tú, ya jadeando.

Huimos en mil direcciones distintas. Todos vamos hace donde sale el sol.


Nunca llegamos a saber

porque no nos dimos cuenta antes, de que el sol había muerto

hacía ya varias estaciones.



2 comentarios amigos:

© José A. Socorro-Noray 23 de febrero de 2012, 18:40  

A veces, no nos queda más remedio que huir de nosotros mismo.


Un fuerte abrazo.

Anna 25 de febrero de 2012, 23:19  

Lo bueno de llegar hacia donde sale el sol, es que las lágrimas se secan, aunque dejen huella.

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