Por el placer de besar
>> jueves, 26 de abril de 2012
Besé labios tras labios,
Lucho contra la indiferencia del día,
el recuerdo de tu primer beso
y el último, que aún me duele.
Contra el ardor de una mañana fría,
el sueño de una noche contigo
y un primer café.
¿No captas la sutileza de mi tristeza?
Todos mis amores han muerto
y lo olvidé de repente.
Ahora sé que siempre estuve solo.
Lucho contra el erizado de tus pelos
si me lees
y mis versos mal rimados.
Contra el aburrimiento cotidiano
y el exprimir en gotas
tus instantes.
No quedan más noches en mi almanaque.
Tantos días malgastados,
hoy fingiendo
y me limito a recordar.
Lucho contra mi propia lucha.
Read more...Pecados,
que sólo podrán ser perdonados
por los gusanos que moren en mi tumba.
Pecados
¿quién decide que es maldad?
Me niego a reprimir mi éxtasis
por los que deciden definir nuestras conductas.
¡Que me condenen pues
por copular y blasfemar,
por la pereza dominical,
por embolsarme la limosna y gastarla en alcohol!
Dame penitencia de ayuno
y comeré más que nunca.
Y al mismo tiempo
que doy patadas a tu diccionario,
quemaré sus páginas como si de la Inquisición se tratara.
Seré mi propia herejía,
fornicaré los domingos y fiestas de guardar
con diferentes cuerpos cada noche
aunque me condenen a muerte.
Pecados,
que nunca serán perdonados
si no te atreviste a disfrutar.
Read more...
Contigo aprendí a perder el tiempo,
hacer de mis besos tus versos,
a saber que nada es eterno
si no instantes,
a parar el reloj en esos instantes
y alargarlos con los sueños.
Contigo aprendí que nada he de pedirte,
no tengo derecho.
Tan sólo ruego
que cuando me veas
hagamos el amor
y que me despidas hasta mañana
fingiendo volver a vernos.
Contigo aprendí otra felicidad,
y que ésta
permanecerá en la cumbre de todas las felicidades.
Saber que la noche
será cómplice de algún encuentro
y más tarde mis lágrimas serán sólo mías.
Estoy preñado
de millones de palabras que devoran mi interior
suplicando salir
para pintar graffitis de ideas..
Miro la línea que une el mar y el cielo,
siempre rabiosamente azul,
queriendo describir
lo bello, a pesar de la noche y su oscuridad.
Nada me retiene
en la conquista del nuevo yo, inventado,
que aplaste al fin los temores.
Busco la manera de describirlo,
de narrar mi interior, lo ya caduco
y lo nuevo y próspero.
El dolor,
quedó inmerso en ese pozo cavado.
Y al verme diferente se extrañan
¡Malas gentes que del silencio hacen su grosería!
¿Debe ser bueno lo bello? –preguntan si me ven.
Debe ser único lo bello,
Debe ser único lo bueno.
Haz de lo bello lo auténtico –respondo.
Es la palabra sabia que mantiene el vigor,
la que yo copio e intento imitar
para describir cada paso erróneo que di
y una falsa manera de estar.
Quiero plagiar a los que saben,
de los que me hacen más inteligente
y me ayudan a seguir.
Deseo construir un palacio
para todos aquellos que un día me dedicaron una sonrisa,
tomaron un trozo de papel y me escribieron unas letras,
para los que me quitaron el dolor,
me dieron esperanza
y me invitaron a vivir.
Read more...
Cuando regreses de hacer esos kilómetros en bici por ese mundo tuyo que desconozco y que temo preguntar, seguro que me encontrarás en la playa de siempre, leyendo las páginas que escribí cuando estaba en Nueva York.
Cuando llegues, me encontrarás desnudo y acariciado por el último rayo que quede de la tarde. Tal vez, con algo ya de fresco, sentirás mi cuerpo frío. El sol hace tiempo que cambió de color para volverse oscuro y ser intimidado por la luna, reina de la noche.
Y quizás, venciendo a mi timidez, te pida un abrazo para matar ese frío que se impregna en mi cuerpo y juega con cada uno de los poros de mi piel. La espera está resultando larga.
Tus piernas fuertes tras kilómetros de pedales, matarán el gélido momento, mientras sueño con quedarme dormido entre tus brazos. Dejaré mi cuaderno y Nueva York me parecerá lejano, y tú tan sólo desearás que la noche no muera nunca para no separarte del aroma que mi cuerpo, cercano al tuyo, desprende. Cuando despierte, estoy seguro que me dirás el número de suspiros que salieron de mi alma y que tú contaste uno a uno.
Por supuesto, te hubiera gustado tomar prestado mi cuaderno y leer mi visita a la Gran Manzana e imaginar como Cary Grant me sonreía, burlona y graciosamente. Tal vez no ocurriera pero ¿por qué no una cena con él y con Marlene Dietrich? Poseo tantos amigos en Nueva York… Recuerdo, reírme sin parar subiendo en el ascensor de las torres del World Trade Centre, del Lower Manhattan. El ascensorista, un simpático sudamericano, contaba chistes en inglés y Marlene me susurraba al oído que se había mojado las bragas de oírlo. “We are not always used to hearing you speak like that in this lift, so thank you my lovely friend” –le dijo ella al ascensorista cuando llegamos al piso 110 de la torre norte.
Entretanto, uno las letras y escribo canciones para cantarte cuando te vea. Dejé la guitarra en casa, pero memoricé los acordes apropiados para esas letras de amor que deseo interpretarte.
Mientras el mar no me ahogue, te esperaré cada uno de los instantes que demores, porque sé que tú vendrás, que no serás capaz de dejarme en la noche que intuyo demasiado oscura. Siempre estuve sólo y nunca encontré a nadie que quisiera permanecer a mi lado en las noches que temo. Sólo fui un cuerpo o mercancía de venta para las personas. Pero cuando te vi la primera vez, supe que tú eras diferente.
Si levanto la cabeza y veo la niebla, me preguntaré que hay detrás. Si escucho algo, pensaré que son los frenos de tu bicicleta al llegar, aunque el temor a extraviarte en la niebla me sobrecoja.
Pero no, la niebla temblará a tu paso y huirá de tu alrededor. El azul intenso de mis ojos será la linterna que te guíe.
Te hablaré de mis sueños americanos, de mis traspiés por aceras atestadas de negros tocando el saxo, de las noches en Broadway y las luces reflejadas en los cristales de Times Square. Vi a un mimo muy delgado, vestido de negro y con la cara pintada de blanco, intentando guardar el equilibrio en los bordillos de los jardines de Central Park.
No llevaba paraguas pero sí unos guantes blancos. Permanecí por unos instantes parado y contemplando su quehacer. Miré mis bolsillos en busca de unas monedas para darle pero él me sonríó, bajó del bordillo y me dijo: “no estoy trabajando, no necesito monedas. Tan solo salto de alegría”.
Yo escribiré con letras de tinta negra los sueños robados por la espera en esta playa de arena densa, espesa, cementada para que no escapes de mi otro sueño. Dos sueños paralelos, increíbles y diferentes. O así al menos lo piensa esta gente que nos mira chismorreando, que nos sonríe y sisea para que no oigamos, aunque son estúpidos y no perciben que aprendimos a leer los labios.
Desnúdate a mi lado, y deja que la arena se meta entre los dedos de tus pies y te haga cosquillas. Siente la acaricia del agua que intenta mojarte junto con la palma de mi mano que te toca mientras te miro.
Vuelve un día a tocarme los muslos como lo hicieras antaño, intentando tus dedos hacerse sitio por mi interior. Hazme el amor sin retirar tus ojos de los míos, …
No entiendo porque permaneces de pie, mirándome fijamente. ¡Siéntate!
Deja, te ruego, de beberte el agua del mar, de barrer la arena, de pintar de amarillo el cielo de la noche. Olvida apagar las estrella una a una, como si de farolillos se tratara.
¡Por dios!, no rompas esta hoja de papel donde ahora escribo sin terminar de leerme, cuando llevo perdidos días y días narrándote mi vida, mis pensamientos y cargando mi papelera de papeles, donde te cuento mis encuentros con Dietrich y Grant para tratar de convencerte, aunque realmente ellos nunca hayan existido.
Construí para ti una ciudad de rascacielos, de neones con cientos de colores y donde hice viajar a los negros de África para que cantaran las misas gospel y te resultara más interesante.
Te suplico que apartes a estas personas que tratan de sujetarme. Sabes que mi enfermedad es el amor, que nunca podría hacerte daño, y que lo único que traté es de retenerte un rato más a mi lado.
¡No! ¡No dejes que me lleven! ¡No impidas que te vuelva a ver!
A final, terminé casándome con Julianne Moore mientras Johnny Depp me prometía regalarme un disfraz de pirata.
Muchos más de mis amigos viajaron de Hollywood a Nueva York en bicicleta para estar conmigo.
La ciudad cobró importancia a mi llegada. Nada había sido igual sin mí, me comentaron.
Nueva York se anima. Cientos de personas se dieron cita en el Teatro Best Buy para escuchar a Meryl Strepp y Kanye West. Mi guitarra lanza unos acordes que enmudece el teatro para romper más tarde ese silencio con ovaciones y aplausos.
Julianne y yo salimos asidos de la mano por la puerta de atrás de los pasillos cercanos a los camerinos. No queremos que todo ese público vestido con batas blancas nos inviten a cenar.
Me doy por vencido
cuando entro en el mar y no queda rastro de gotas en mi cuerpo,
cuando inhalo aire y no me llega olor,
cuando tropiezo y no hay dolor,
cuando lloro y estoy seco,
cuando los pensamientos se vuelven monotemas,
cuando la única sensación que queda es la estupidez.
Gané la batalla al miedo,
a la vergüenza de desear lo prohibido,
a la noche oscura que aterraba mis sueños,
a las moscas que me siguen,
a los bares abiertos hasta la madrugada,
a leer entre líneas,
a prostituir mi cuerpo,
a manchar mi calvario.
Ahora convivo conmigo mismo,
con las espinas del último rosal que podé,
con la desdicha del incomprendido,
con el temor a recaer,
con un puñado de llaves y una sola cerradura,
con una mirada y sin palabras,
con un té con sacarina,
con la huella en mi mano de un pecho depilado,
con un florero vacío y tres vasos de vino.
Y pido
que me dejen morir si es mi deseo,
que no me lean en alto por temor al idioma,
que me inviten a una cena,
que las noches no conviden al desvelo,
que me besen más veces
(muero por ello. ¡Qué maravilla el besar!)
que mi número aparezca en el listín,
que me quieran con MAYÚSCULAS,
que los charcos no me mojen,
que al final llegue el principio
y que al principio
siempre estés TÚ.
Read more...Sentado entre piedras
contemplo como termina y muere el día.
Entretanto
mi cuerpo cuestiona
que hacer con ese puñado de tardías ilusiones.
Compruebo la firmeza del escollo,
y me aferro a los salientes por temor a una caída.
Retraso el regreso
por miedo a llegar y no verte
y perder lo ganado
en tantos desvelos.
Sostengo tan poco aire
que se duermen mis manos
como si de poseerte se tratara.
Cierro los ojos y respiro
mientras mi mente me observa errante
tanto tiempo como vida poseo.
Dibujo en el aire
una apertura de entrada a un sueño ya nato,
sin ojos que perciban ya colores;
un sueño que no concibe terminar.
(…)
No escucho rumores en este mar calmo.
Tan sólo espero tu regreso,
tu llamada
para cerrar con llave el cielo
y comprender porque el sueño es eterno,
que no la muerte.
(…)
Mientras,
lloro por el día exánime
y me bebo las lágrimas de mi alegría
para mojar tu desnudez
si acaso
pretendes aclarar mi noche.
(…)
Contigo aprendí
a saltar aún más alto,
a que después de ver un fin
siempre puede comenzar un nuevo acto.
En mi sueño
queda el aroma que no te llevaste,
tus gemidos dispersos en mi cama
y la puerta de entrada
siempre abierta anhelando tu regreso.
Son tan largos los días
consumidos los instantes más sagrados,
son los minutos tan cortos
cuando tantas horas has contado.
Son las horas como días,
y los días que no llegaban,
son los planes que se agotan
cuando las semanas se acumulaban.
Son los minutos tan cortos
cuando toda una vida te he soñado,
y es una vida tan larga
sabiendo los minutos ya gastados.
Son las noches tan largas
cuando te marchas de mi cama,
son tan ruidosos los relojes
que suenan en la mesilla de mi alma.
Son los adioses dan duros
cuando no volverán nunca más los holas,
son tan bellas las mañanas
las que a tu lado soñé que despertaba.
Read more...
Se detiene esta mirada
contemplando tus palabras
sintiendo tu vida.
Tu vida
en mil palabras.
En mis sentidos, en mis afectos,
en lo que soy
y he sido
en tus sentimientos,
no sólo en mis pensamientos.
El rumor
de tu sombra
proclama tu esencia viva,
mi piel congela todos nuestros segundos
y mi alma los eterniza…
tatuados pensamientos.
Sonrío y lloro,
lucero caminante
en senderos de sueños
con trazos de tu vida
ocultos pensamientos.
Tu voz
vuela en la distancia y
consumo tu inigualable diferencia
-saboreo tu desnuda esencia-
se ilumina mi sombra
a la luz del faro
de tu isla.
Eclipsa mis reflejos
en el mar de tus ansias,
atada con lazos
dulces de vida,
van mis rasgos
en tus
pensamientos.
A mi amigo Mario (Francisco Vázquez)
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