Los clavos en su boca

>> jueves, 13 de marzo de 2014


Sólo pido
un poco más de vida
para quitarle a mi Cristo los clavos de la boca
y que no muera nunca la sonrisa
que dibuja para mí cada mañana cuando me mira.

Sólo pido,
 ¡por favor! un poco más de vida
para que las cosas que guardo tan adentro para decirle
salgan de mí antes que la muerte me vengue y decida buscarme;
que sus labios desclavados
besen al fin mi boca
y no la hieran más las heridas que dejaré por siempre muertas
a los pies de la cruz maldita.

Y es el peso de una vida errónea
lo que  condena,
la necesidad de alejar lo más cercano
lo que deseo,
y no morir que para eso nacemos,
sino hacerlo
antes de nacer para después vivir.

Al tiempo que me queda
tan sólo le pido que su boca no desdibuje la sonrisa;
tragarme los clavos,
y que su cuerpo lo disfruten otras manos
pues no es mío,
y si en algún momento su cruz le pesa,
-que le pesará-
que tenga yo fuerzas para quererla mía .


©Hisae 2014


4 comentarios amigos:

© José A. Socorro-Noray 13 de marzo de 2014, 20:21  

Hay heridas que nunca terminan de cicatrizar. Como siempre, es una gozada leerte.

jonhan 14 de marzo de 2014, 17:49  

¡Ay cómo duele!

No sé, ojalá pudiésemos nacer... para no querer morir!

Anónimo 16 de marzo de 2014, 19:16  

UNA ENTREGA TOTAL.

ILDUARA

TORO SALVAJE 26 de marzo de 2014, 18:07  

Vaya.... qué fuerte el poema!!!

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