La sentencia de un desahucio

>> sábado, 31 de mayo de 2014


La sentencia se produjo aquella misma tarde
cuando llamó a mi vieja puerta desconchada
y de sus palabras nació el desahucio.
Salí sin reconocer su cara,
desafiando a su sombra
que en ese instante manchaba el suelo,
para exiliarme.
No me rozó -no se lo hubiera permitido,
no me despedí -no hacía falta,
salí sin recoger mis recuerdos
y sin fuerzas para mirar atrás.
No hubo lágrimas que rellenaran los charcos vacíos tras un seco verano.
Las miradas indiscretas que atisbaban
a través de las ventanas
tapando las vergüenzas tras los visillos,
se retiraban a mi paso.
¡Carne de cañón
para unos vecinos demasiado aburridos!
La calle se me antojó larga,
la acera estrecha,
la vida demasiado corta.
Un gato maulló a lo lejos
mientras el sol seguía entretenido en el cielo
jugando quizás con sus rayos.
Nada hacía presagiar mi deshonra
cuando amaneció aquella mañana,
y ahora marchaba yo, a paso lento,
con el olvido ya casi olvidado
y el futuro aún por escribir.


©Hisae 2014


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Charlando con Dios

>> sábado, 24 de mayo de 2014


Desprendo por tus palabras que has visionado otro mundo muy diferente al que me presentaste hace ya demasiados años. Un mundo que ya no me corresponderá habitar porque perdí la ocasión desde que desperté en éste ya tan sobado. Percibo cierto color gris en ese tono con que lo narras, gris con falta de entusiasmo, pálido ensimismamiento y casi sin creerte lo que tratas de transmitirme. No estás logrando convencerme y no convencerás a nadie con esas tonalidades. Al fin y al cabo tú no naciste orador pero bien es cierto que podrías vender cualquier producto maravilloso jamás conocido. Me consta -lo veo a diario- que tu experiencia anterior no fue del todo buena y ahora temes que me vaya de la lengua y que un puñado de idiotas te destruyan también este nuevo sueño/proyecto de mundo perfecto. Aquí abajo decimos que la perfección no existe. Te recuerdo que aunque yo tenga el poder de dar vida, no pariré idiotas para luego amamantarlos con la mala leche que ahora rezumo. Podría también quitar esa vida, pero no entra en mis planes. Mi consejo es que muestres tu nuevo mundo a unos pocos, a esos con los cuales estés seguro que estará todo protegido y que no cambien lo ya establecido. Piensa que el azul ha de ser siempre azul y el feo ha de quedarse feo, pues cada cosa que tenemos a bien tocar, tenemos la virtud de romperlo. Disfruta de ese nuevo mundo, créeme que me hubiera gustado formar parte de él, pero nací en lugar y momento equivocado. En este de aquí  no se vive, se sobrevive.
Cuando completes el proyecto, puedes mandar otro diluvio, esta vez sin Noé.


©Hisae 2014



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El porqué y para qué de lo desconocido

>> domingo, 18 de mayo de 2014

                                        Ilustración: Lyona

Hay que darle un porqué
a esos proyectos que se despiertan contigo
mientras te desperezas cada mañana.
Nada tiene derecho a morir sin más,
por la ignorancia o sin una explicación,
sin darle la forma y llegar hasta el fin.
Quiero aliarme al mejor salvoconducto
para llevar a cabo
ese porqué que nació a mi lado
sin yo llamarlo,
pero mío,
mientras escuchaba un no sé qué
que no lograba identificar
y que resultó ser el sonido de la noche.
El para qué vino después del porqué
asido a su mano y como respuesta.
El escribir para qué no hubiera tenido fundamento
si hubiera muerto ese proyecto neonato,
y hoy,
orgulloso,  
lo exhibo en mi bandera unicolor
con ese porqué tan cuestionado a veces
y sin la desgana de la derrota.
No vislumbres un lloro de alegría ahora, no.
Mis lágrimas son de esfuerzo,
de desprecio en ocasiones y tesón las más,
para lograr izar,
con toda mi fuerza
la tela de la victoria en ese asta
que permanecía limpia hasta entonces.


©Hisae 2014


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Todas esas cosas que aún seguimos aprendiendo

>> miércoles, 14 de mayo de 2014

                                  Foto: Nigel Roddis

No me canso de escuchar,
de observar,
de intentar comprender todas aquellas cosas que me son ajenas,
con la importancia que ello tiene para mi propio enriquecimiento.
Un enriquecimiento jamás tardío y que a veces sobrepasa la capacidad que cada humano puede soportar.
Pero los individuos somos más inteligentes que todo eso y nos estiramos,
nos ensanchamos,
nos dilatamos
para seguir absorbiendo lo que de alguna manera nunca nos vino dado en el paquete y ahora nos llega con retraso.
Esta demora aparece siempre a tiempo;
llama a la puerta
y automáticamente se abre, aunque fuera sople un vendaval.
Y por la noche consigues conciliar mejor el sueño, dando por bien aprovechado el día. Seguramente esos sueños sean incluso más placenteros que los soñados después de un día de desgana.

Muero, pues, porque llegue mañana con el nuevo color de día
y el mundo me descubra tanto como me alcancen los últimos minutos antes de que mis pestañas se nieguen a permanecer por más tiempo abiertas.
Y mi boca sonreirá feliz
y me seguiré preguntando por qué la vida no consta de más años para vivir
o por qué me niegan aprender después de muerto.

©Hisae 2014


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En el desierto también llueve

>> martes, 6 de mayo de 2014


En el desierto también llueve,
me cuentan mientras intento escribir entre las líneas transversales que dirigen el tráfico de mi lunes.
El resto del día acaba sosegado y sin recuerdos
aunque por la noche, imagine esa lluvia cayendo en el desierto,
mojando mi cara,
y regando de flores la madrugada.
El martes seguramente no sea un gran día
si acaso no puedo escribir acerca de esa vida que ansío.
¡Llévame a esa vida! -sueño.

Mientras, llueve.

Llueve en el desierto.
Y los días pasan acumulándose en el calendario
como la arena se termina por acumular en el viejo reloj de cristal.
Y cuando se caducan los minutos,
cesa de llover en el desierto
y las pocas gotas que caigan serán quimeras en horas de estío.

Mientras, llueve
y las líneas continuarán rectas  y trataré de escribir
aunque el teléfono me avise que he de huir
y la imagen del desierto me grite.
Sí, dicen que también llueve en el desierto.


©Hisae 2014


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Cementerio para negros

>> domingo, 4 de mayo de 2014


Tierra quemada, tierra de nadie que ose vivir bajo las piedras
de este mundo caótico e incierto que cerca la realidad de la vida.
Nunca quisimos acercarnos lo más mínimo hasta lo que allí había
y no nos importó si alguna especie sobrevivía
o había conseguido siquiera nacer.
Era tierra yerma y sucia,
polvorienta,
desértica y empedrada
donde las plantas se negaron a ser verdes
y las aves, si las hubiera, tan sólo aparecían por y para la carroña.
Tierra cercada por arena,
mucha arena,
y un mar demasiado grande,
por un mar que apenas servía de vía de escape para el que deseaba sobrevivir,
sin remos,
y que a base de vallas conseguíamos quemar esos sueños.
Todo estaba tan en calma mientras no oía...
Nada veía si no iba,
y la tierra prometida era remendada por los poderosos
que nos mentían
mientras agonizaba, allá a lo lejos, el desierto.
Líneas rectas dividían los pueblos
y etnias revueltas entre sí convivían por orden y gracia del europeo.
El fuego no era tal,
pero sus negros rostros eran muy negros para el blanco
y de demasiados tonos para el negro.
Un día avistaron una marea
y cundió el pánico.
La marea no era tal mar,
era vida
a unos suspiros de la muerte,
y el poderoso no estaba para donar aire
y sin agua, y sin aire
murió el negro.
En su tierra quemada, bajo las piedras,
tenía cavada su propia tumba.


©Hisae 2014


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