Un bote lleno de piropos

>> domingo, 29 de noviembre de 2015


Y reverdece tu propia luna
cuando piensas en primaveras aunque el otoño sople
y te lo recuerde constantemente con hojas en tu puerta,
y de último invierno
aún conserves un bote lleno de piropos.
¡Pero que linda está la luna tan verde! -te dices,
como si tú misma pintaras de añil los cielos
y de amarillo los soles,
para que tu luna luciera aún más verde.
Y cuando los hombres te miran
no te mienten,
pues te sabes bella y lo gritan,
y vuelve a ser una y otra vez primavera,
cuando sonríes
y ríes
y les das la mano a unos y a otros besas
para que se sonrojen,
aunque tú salgas corriendo
a ver tu luna
que sigue verde
y continúes sin abrir tu bote de piropos.

Y se ennegrece tu propia luna
cuando te inventas que la vida es más que eso,
e ignoras si los gritos que escuchaste en la mañana
eran de dolor o quizás de jolgorio adolescente,
pero te lanzas decidida
a que si te veo y no me acuerdo,
aunque el café quede frío,
porque rezas a tu diosa favorita
para que te conserve tu atípica belleza
y para que nunca,
nunca, nunca,
el bote de los piropos se rompa.

©Hisae 2015


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Este es uno de esos poemas que queman

>> domingo, 18 de octubre de 2015


Este es uno de esos poemas que queman
y que te derriten los ojos si lo lees dos veces seguidas
sin el permiso del poeta.
Son unas cuantas letras deficientes
escritas en un (mal) momento
que tratan de hacer daño maldiciendo tu aliento.
No conseguirás adentrarte en el segundo verso
cuando ya con el primero
hayas deseado no conocerme,
pues solamente el título
hará que durante la noche escuches incluso
el ruido que hace al arrastrarse un caracol
por la pared sin pintar de tu vecino.
Este es uno de esos poemas
que quizás nunca se debiera haber escrito
pero que el autor sonreía maliciosamente
cada una de las veces que una palabra
quedaba grabada entre juramentos y bostezos.
Y en ese momento, para calentar más el instante,
sale ella y su perro ladra
y tú la odias a ella y al perro
más al perro -por error-que a ella,
y decides
no consentir prestarles un minuto de tu sueño
pues bastante tienes con lo que tienes
y devoras las galletas MARÍA que ni has mojado,
para más tarde,
volverte a sentir igual de solo
como llevas toda la vida sintiéndote.
Y te resignas
a escribir este poema o morir en el intento
y repasas en diez segundos todo lo malo
para darte cuenta que no era para tanto,
que al fin y al cabo estamos aquí dos días
y sonrío
nuevamente
pensando en ti si hasta aquí has llegado
y aplaudes por lo malo de un poema
que trataba de quemar
si recalabas en el segundo verso.

©Hisae 2015


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Lo que es en realidad la vida

>> martes, 13 de octubre de 2015

                                        Foto: Tommy Ingberg

Hay veces que descubro
momentos pasajeros que me alimentan el día
y llenan mi cara de sonrisas
que de otra forma no nacerían,
que mi ansia se enerva con esos efímeros instantes,
y me desnudo,
y me doy cuenta que la vida no es más que eso
y que los grandes proyectos
quedaron todos en las aulas de mi adolescencia.
Cada vaso de minutos que beso -bebo-,
que yo agrando con jarras de sueños -y bebo-,
me recuerda que hoy todo se apagará al final del día
y que el mañana
me lo he de volver a trabajar
para que al menos,
por un puñetero instante,
mi cara no deje de sonreír
y la primavera de mi alma
comience a brotar con los bulbos
que día a día sembré entre tropiezos y cabreos,
y regué entre sequías de dame
y tormentas de diretes.
Y al fin, en mi madurez,
me doy cuenta de lo que es en verdad la vida,
una de cal y otra de arena,
que se sobrelleva mejor la cal con una sonrisa
y te olvidas de la arena
si miras al cielo cada día
y buscas cerditos entre las nubes,
pues al fin y al cabo
la vida es fantasía
y se vive mejor
cuanto más leas y más historias de tu propia vida
crees.
Será tu fantasía -tu vida.

©Hisae 2015


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Cuando el mundo no funciona como debe

>> domingo, 20 de septiembre de 2015


La duda del masivo movimiento de personas
que acapara unas tierras que desconocen,
me atemoriza.
El mundo se engorda en zonas
donde no resistirá con el peso del hambre
mientras que en otras
el hambre ya no existe por el exhausto abandono.
Cuando se trata de ayudar
sé que siempre aparecerá una mano extendida,
pero si se juntan cientos de ellas
terminarán arrastrando las lágrimas de ambos
y se fundirán hasta ahogar el deseo de ayuda.
En el momento en que el mar se convierta en cementerio
y de la tierra ya no nazca la mata,
cuando la sonrisa de un chiquillo se pierde
para dar paso al llanto de un padre y una madre,
es que el mundo falló en algo
o quizás el hombre no es tan bueno como contaron.
Y es que en la historia, los movimientos masivos
se alargan sin horizonte claro en el tiempo,
nunca tuvieron un buen final
o dejaron como parte del legado
una crónica sucia en blanco y negro
donde las sonrisas se extinguieron.
Lo peor de todo
es que las lágrimas se terminarán secando.

©Hisae 2015


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¡Qué se acaba el mar!

>> domingo, 13 de septiembre de 2015

                                          Foto: Francis Pérez


¡Que se acaba el mar! -gritó.
Todos nos dimos la vuelta y quedamos parados mirando expectantes.
El azul era confuso, no quedaba claro dónde comenzaba el horizonte. El color era demasiado apagado y difuso, pero se adivinaba.
¡Que se acaba el mar! -volvió a gritar, más fuerte aún si cabe.
Ya éramos muchos, casi un todo, pero todos mudos. Algunos se agarraron de las manos, otros cayeron de rodillas, los más seguían siendo estatuas a punto de romperse.
Aquel que gritaba, lloraba con despecho. Sus lágrimas se agarraban a la orilla para convertirse en mar, pero eso él no lo sabía. Estaba demasiado ocupado en transmitirnos su sensación mientras no dejaba de subir la marea.
¡Que se acaba el mar! -volvía a repetir, cada vez con menos fuerza por el agotamiento, mientras moría un poco más.
El grupo comenzaba a reaccionar. Unos se acercaron, otros murmuraban. Las estatuas dejaron de ser tales y recobraron la vida que minutos antes tuvieron para decidir qué hacer.
El azul quizás se intensificó aunque a mí no me lo parecía. El azul siempre era azul; era el sol el que variaba según jugaba con las nubes.
¡Que se acaba el sol! -acertó a susurrar esta vez, mientras hincaba su cabeza en la arena.

Al fin, una mujer con forma de madre se acercó. Tomó agua de la orilla y le mojó la cabeza.
Esos pelos que escurrían mar le mojaron los brazos a ella cuando hizo del momento algo intenso y hablándole con dulzura, muy bajito, le runruneaba:
- Cariño mío, mi tesoro... El mar moja tus cabellos de polizonte, de pirata, de capitán de nuestro barco. Las sirenas aplauden a tu paso, mientras todas las olas quieren romper contra el casco de tu nave. Siente la brisa. Escucha cómo grazna aquella gaviota a lo lejos. ¿No será que al fin, mi capitán, nos acercamos a la isla? Déjame, mi capitán, que navegue junto a ti en este tu barco. El mar no se acaba, el mar es intenso y es tuyo.

Ella, aflojando el abrazo, volvió a meter la mano en el mar y fue de nuevo su pelo el que recibió el agua con sal. Mientras, la respiración de él se hizo más pausada. Sus ojos permanecieron cerrados desde el principio.
Ambos se levantaron y, muy despacio, comenzaron a alejarse dando pasos semienterrados en la arena.

La playa quedó en silencio. Unos pocos se marcharon. Otros siguieron mirando al mar. Los menos se sentaron.
Yo, que estaba solo y bastante apartado, me retorcí por el drama de la ceguera del muchacho mientras comprendí que el mar no lo es tal cual para todos y que no a todos moja por igual.



Mario M. Relaño

Publicado en la Revista NU2


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Agosto, tormenta y él

>> domingo, 9 de agosto de 2015


Son como tímidos cascabeles los sonidos que escucho
entre la cortina, la ventana y el resto del mundo,
el tintineo suave que me recuerda que,
a parte de mí,
hay mucho más que me queda y no abarco todo en una sola mano.

Tan solo son las gotas de una incipiente tormenta de agosto.

Lo que la lluvia pueda mojar en una sola noche
no es nada comparado con lo que me rebosa por haber estado
y lo que empapa el mar en cada marea.
Lo que tengo para darle a él,
que me mima en cada puñado de segundos de mi minuto,
en cada respiración entrecortada,
con todas y cada una de las risas que le niego,
es tanto,
que me dedicaré a vivir toda mi vida y mucho más
para entregárselo,
pues no hay vidas que condonen al amor.

Y si acaso hoy termina el día
sin que la lluvia haya hecho caso omiso de mi ventana abierta,
dormiré feliz,
porque sigue siendo agosto,
eternamente él está a mi lado,
y siempre volverá el verano
aunque suenen cascabeles que llegan
entre la cortina, la ventana y el resto del mundo.

©Hisae 2015


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Cuando gritan mis poemas

>> domingo, 21 de junio de 2015


Cuando la morriña me aprisiona,
el olor a lavanda concluye
y la escasez de todo se aviva,
mis versos se enarbolan y tienden a escapar
hasta volverme a quedar solo y ausente de cualquier cosa.
Y yo te escribo una y mil veces
y grita bien alto mi poema,
mientras me atraco a chocolate
y sudo en el desvelo.

Cuando la tinta invisible se agota,
las agujetas de mis dedos me impiden seguir
y mis ojos ya se lloraron todo,
es entonces cuando te llamo
y me informo de si estarás esta noche en casa.
Y sí - me dices-, estarás.
Y corro a la velocidad de un bípedo,
sin tropiezos,
sin miedo a la oscuridad que todo engulle
y meto mis poemas por debajo de la puerta.

Y si acaso dormías, que el deseo de mi poema no te despierte.
Si soñabas,
que no fuera conmigo, pues yo ya soy parte de tu sueño.
Si lo leías, que sueñes.
Y si acaso te aburrías,
léelo y que su lectura te haga o bien dormir, o bien soñar.

©Hisae


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Cada mañana

>> lunes, 15 de junio de 2015


No le sirvieron de nada los gritos aquella vez, pues el agua servía, entre otras cosas, para atrapar las voces y ahogarlas como se puede ahogar también el alma. Quizás por momentos consiguió que el aire secara sus brazos al sacarlos entre ola y ola, entre todo aquel vaivén, pero ni los pájaros se extrañaron al ver su imaginario baile. Es más, seguro que los pájaros siguieron sobrevolando su trayecto planeado de antemano y ni se inmutaron, si acaso la vieron. Tampoco estoy seguro de que el cielo cambiara en ese momento de color, pues al fin y al cabo, el mar es demasiado inmenso.

Aquél debía de ser un día como otro cualquiera en la vida de Carla. Su mañana comenzaba verdaderamente una vez que bebía su café con leche, salía de casa temprano y se acercaba a la orilla -su orilla- del mar -su mar. Su ritual para ella era tan rutinario como importante: dejar que el sol fuera el primero en acariciar su piel, devorar unas páginas del libro que tuviera en ese momento entre manos, y permitir al mar que mojara su completa desnudez. Sol y mar se convertían, cada mañana, en sus primeros amantes.
Pero aquella mañana algo iba a ocurrir para que la rutina no fuera tal. Quizá tuvo que ver que el sol salió con menos fuerza en aquella ocasión. Tal vez se tratara del libro, que le estaba resultando tedioso. Pasaba las páginas de dos en dos sin encontrar un sólo párrafo que la atrapase. Quizás no era ni una cosa ni otra, sino que la mala suerte se encontraba cerca de ella en aquel momento.
El caso es que cuando dejó al mar -su mar- mojar su desnudez, este se mostró posesivo con ella, o voraz, o malvado, o tal vez demasiado celoso de compartirla con el sol, y la atrajo  hacia él, tanto, que Carla comenzó a descender sin apenas tener tiempo de clamar o preguntarse por qué.
Ella intentaba gritar y él la atraía hacía el fondo como si la quisiera poseer en presencia de aquellos seres vivos que en él habitaban.
Perdida, casi desmayada, se acicalaba y con una lejanía poco humana, se dejó ir porque se debía al mar. El tiempo parecía detenerse mientras el agua la acogía.
Un doble grito ahogado se intuyó. Ella ya no luchaba, no podría hacerlo aunque quisiera. Carla era la ahogada más hermosa del mundo.


Mientras tanto, en el exterior, el silencio era tan palpable, que ningún artista hubiera sabido copiarlo.

Hisae

Artículo publicado en la revista NU2


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No es lo mismo

>> sábado, 9 de mayo de 2015


No es lo mismo el desear que el tener,
el bostezo de la mañana
que el penúltimo del día,
no es lo mismo cuando llegas
que cuando voy a despedirte.

No es lo mismo el escribir por amor
que el hacerlo por desamor,
el malgastar saliva en tontas discusiones
que en un beso,
la mirada caída de la timidez al verte,
que las ojeras del cansancio a tu lado.

No es lo mismo mojar un papel con tinta
que con lágrimas,
o con gotas de lluvia
si después corren ríos de sangre.

No es lo mismo querer aparentar que ser,
que gritarlo
y te que amen por ello,
no es lo mismo soñar que vivir
aunque sea hermoso vivir soñando.

No es lo mismo morir de amor
a que el amor te haga morir,
que llores por ello
y que dejes de creer en algo tan etéreo
como efímero sentimiento.

No es lo mismo empezar que terminar,
aunque quedes impasible en los dos momentos
y yo,
quede huérfano de palabras.

©Hisae 2015


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Cuando se trata del diablo y no del cerdo

>> martes, 21 de abril de 2015


¡Con qué júbilo
terminaban las matanzas de los cerdos tras el engorde,
sacrificados para aprovechar su carne!
¡Como corría el vino,
y llenaba barrigas atiborradas de vísceras
y sangre que enseguida coagulaba
por no ser santo incorrupto -el cerdo-,
y yo, niño tímido,
petrificado aún ante los gritos
que profirió el gorrino!

Hoy mi religión me prohíbe comer esto o aquello,
un dogma que soy yo mismo,
pues soy yo el que elige
si bebo, como, duermo o doy cobijo a un alma
tan pecadora como la mía,
pues de diablos está lleno el mundo
y con ellos hemos de cohabitar.
Y al llegar la noche,
cierro los ojos y me arrepiento
de los pecados cometidos;
pienso en los cerdos de mi niñez
y caliento al alma que reposa a mi lado.

©Hisae 2015


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Célebre tragedia de Ofelia

>> lunes, 9 de marzo de 2015


El estado de ánimo para ilustrar la melancolía
estaba dibujado por la opaca luz que entraba aquella tarde por la ventana.
Ella vestía de gris
y entre sus manos atesoraba un libro de poesía
junto a una flor seca.
La decoración era basta,
sobrecargada;
demasiado cortinaje, alfombras y muebles inservibles
que en ocasiones distraían su atención.
Muy cerca de Ofelia,
una urna oscura escondía su lacerante amor.
Los versos que lee le entristecen
y provocan lágrimas que se hielan en el borde de sus párpados.
Si acaso piensa en él
esconde la cara detrás de una sonrisa.

Ofelia era joven, sensata y obediente.
Personaje secundario de mi poema
es la protagonista indecisa de la tragedia.
Niña de los ojos de Polonio,
hermana consejera de Laertes,
acepta su discurso sobre el amor efímero y fugaz del príncipe
pero que a pesar del temor que por Hamlet siente,
a pesar de que es muchacha sumisa y obediente,
le ama.

Su  amor ya nació imposible
por ser Hamlet príncipe, espejo de elegancia,
modelo de gallardía,
y Ofelia doncella frágil y temerosa.
Un amor que termina perdiendo la intensidad del perfume
cuando ella rompe la relación devolviéndole la urna de sus recuerdos.
Hamlet se muestra duro,
cruel con la delicada Ofelia.
Ella le niega su regazo.

Abandonada por él,
muerto el padre por error en manos de su amado,
Ofelia es presa de la locura, desvarío de tristes canciones
con vetas de auténticas verdades,
donde el río se hace demasiado inmenso
para ahogar su vida.


©Hisae 2015


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Enraizar la vida

>> lunes, 16 de febrero de 2015


Podría pensar en un árbol
o en un bosque entero cuando de matices se me llena el alma,
y no sufro
desde que hace días que cambié por verdes los azules.
Esas hojas condenadas a morir jóvenes
y a ser pisadas por mis pies -y los tuyos si me acompañas,
esa desazón de troncos en cadena
enraizados en tierra fértil
donde sé que un día mis huesos muertos jugarán con ellas...
Las ramas, que atrapan las alturas,
amortiguarán la lluvia que el cielo embista
para que nada humedezca
nuestros ya demasiados mojados besos.
La vida que pensé,
me la pinta de oxígeno el palpitar de una espesura,
y río,
y creo que vivir es morir más tarde,
cuando duermas tú
y la tierra sepulte mi grito de guadaña
cómo mitiga la hojarasca la caída del árbol viejo.
Cuando despiertes y nazcas después de mí,
sentirás sed y beberás,
y el goteo constante del rocío de la noche
saciará mi ausencia
y al fin se cumplirá mi sino
de que la vida es condena a muerte.
La niebla, convertida en cortina vaporosa
cubrirá tu solitario despiste,
y yo,
yo aún no habré despertado.


©Hisae 2015


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Conversaciones con la puta vida

>> viernes, 30 de enero de 2015


No hablo por hablar
ni me enseñaron a dialogar de cualquier cosa;
me tiemblan las palabras al referirme a ella
si de mi vida estoy hablando.
No soy capaz de tratarla a la ligera,
ni se puede pasar por alto,
es una vida, ¡la vida!
Dialogar con mi existencia es muy serio
como para negarme a mirarla de frente.
Unos ojos que se giran ante los desconocido
es de cobardes -me inventé en ese momento.
Es la vida, joder, y la vida es lo más hermoso,
lo más intenso
y lo más innegable.

La miré -repito- de frente,
como si tuviera ojos.
La saludé cordial
como si existieran unas manos para asir tras el saludo.
La escuché sin oír y sin palabras.
Sentí el resto.
Será por el anhelo de ser un semidiós
pero mi grandeza me escupía directamente a la cara.
¡Jodida vida!
¿Acaso no me crees capaz de gritar bien alto y empezar de cero?
Craso error -me di cuenta que trataba de decirme.
No hay segundas oportunidades.
Hay que morir para originar.

No, no promulgo la paz interior,
sino la guerra que me transforma a diario.
Es por ello que la vida me duele a veces.
Anda equivocado el maestro que inventó el consenso entre ella y yo,
pues no concibo escapes espirituales.
Si hoy no lo hago, no lo hago nunca.
Cuarenta años no son nada
pero tratar de abrir brecha en la mente de unos pocos
y tener que soportar tanta desidia cuadriculada,
no es fácil.
¡No es fácil, vida! Y no sé si puedo o me rindo.
Porque tú eres todo para mí
y yo para ti sólo uno más entre tantos.
¡Eres la puta vida!

A sus pies, señora.
Voy a dejar de ser el débil poeta
para que hoy me entregues nuevas alegrías,
aunque sea en fascículos.

©Hisae 2015


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Si regreso y tú te quedas

>> miércoles, 21 de enero de 2015


Si consigues descalzarte y mirar desde lo alto
como desfogo mi partida,
si vestirte te resulta fácil
y querer que huya no te dice nada.
Si me ves cargado de soledades impuestas
y tomamos un café,
y el azúcar que sobre lo guardo para males mayores;
mientras te miro esos pies descalzos
y me nombras tres veces
y a partir de ahí te cuento que volví...
...tendrás mis ojos de frente
y acercarás tus manos a las mías...
Desde ese instante, sentiré todo aquello que mis poemas te contaron,
y sin palabras nuevas
retomas una vida enclaustrada entre polvo y un nada,
pues nada ya tengo
y nada tendrás si decides quedarte.

©Hisae 2015


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Si acaso te rozas por mis lares

>> miércoles, 7 de enero de 2015


Te invito a compartir
lo que nos sobró la otra noche
por hartazgo de tardes sin final.
Te dejo que elijas,
si regar con agua las semillas que dejamos
o podar con calma la paciencia de mi búsqueda.
Tengo pudor al hambre que tanto me provoca,
siento pena de que acabe una vez más sin saciarme,
me quedan ya los dedos de látex
y un corazón de vidrio -tú sí que sabes romperlo-.
Guardo el deseo maltratado
y el banco de mi espera despintado.
Mientras aguardo por un sí de mi agrado,
me crece la barba
y quemo la frialdad de mi cuerpo
con la ceniza de mis cigarrillos ya fumados.
Hoy vacío mis ganas con quejas,
pero la sonrisa perpetua ya tatuada
permanecerá en mi rostro para futuros encuentros.
Y si vuelves, apagaré la radio
-escuchaba a Sabina-
y mi yo será tuyo,
y tu tú
me lo invento.


©Hisae 2015


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Diálogo entre inexistentes

>> domingo, 4 de enero de 2015


TÚ.- Aquellos besos fragmentados
que sin terminar de nacer
murieron rotos por no darlos.
Aquellos ratos de risas
envueltas en vasos con alcohol
que desinhiben un futuro.
Aquel día de después
donde sólo son reales los recuerdos
y del alcohol se pasa al agua fría.


YO.- No son besos los no dados
ni se rompen a fuerza de ser deseados.
El futuro no se escribe con alcohol
ni se desinhibe la vida,
porque ésta no es un cuento.
El día nunca resultará bueno
si lo alimentas sólo de recuerdos.


YO.- Te invito a probar
el sabor del auténtico día,
ese que nace de una ilusión,
continúa con el sabor
de unos labios utilizados para el rescate del aburrimiento
y muere entre brazos ajenos que jamás te resguardaron del frío
pero que buscarás en todas aquellas ocasiones
que el invierno se adelante
y no tengas más refugio que el del día marcado en el calendario.


YO.- Ya acabó la fiesta,
yo seguiré llenando de besos fragmentados la papelera,
la rutina nos llevará a seguir cruzando miradas
y tú...
tú...
¿quién eres tú? ¿acaso te conozco?
No te olvides darme de beber de tu vaso con el próximo encuentro
donde quizás
nos quede la pobre esperanza del beso.

TÚ.- ...


©Hisae 2015

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